lunes, 21 de febrero de 2011

Mateo 24,37-44 (26/11/10)

Porque los militantes por la justicia y por ende la paz debemos vivir en permanente Adviento es que los animo a no desmayar.
Manolo


En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé. Antes del diluvio, la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: Dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán. Por lo tanto, esten en vela, porque no saben qué día vendrá vuestro Señor. Comprendan que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso, esten también vosotros preparados, porque a la hora que menos piensen viene el Hijo del hombre.

Reflexión pastoral
Hacer que la iglesia viva en Adviento(expectativa) de que otro mundo es posible ha sido y será una tarea fundamental e insoslayable en la historia, toda vez que la fe cristiana se basa en la realización de la perfección de la humanidad, a la que los creyentes entienden deseo de Dios para el aquí y el ahora. Y se entiende así porque en las Sagradas Escrituras se revela acabada mente esta voluntad divina expresada por Jesús cuando dice: “Sean ustedes perfectos como vuestro Padre es perfecto” o lo que es lo mismo: Alcancen la perfección como humanos mirándose en la perfección del Padre que los creó.
Vivir en adviento motiva a considerar el trabajo por la perfección humana al
go valioso, o mejor dicho fructífero a la larga. Esta razón es más que sufi- ciente para poner todos los dones de Dios en esta tarea.
Vivir el Adviento de la perfección humana no es fácil en un mundo tan lle- no de bajezas Pareciera que los acontecimientos demostraran que una huma-  nidad madura es imposible por lo tanto para que “gastar pólvora en chiman- gos”. Mucho mas duro es aún pensar que esta perfección que pide Dios no es individual sino colectiva o sea global.
Esto tan negativo muchas veces desanima tanto que en vez de persistir en el proyecto del Reino de Dios y su justicia, que en definitiva su establecimien to por el trabajo de los hombres y mujeres del mundo entero es haber alcan- zado la madurez, se toman otras consignas por parte de la Iglesia para poder
perdurar. Un ejemplo de esto es la importancia que tiene para la Iglesia en retirada la cuestión de la perfección sacramental, la dogmática y la religiosi- dad a la que se dedica todo el tiempo y toda la agenda. Son abundantísimos los ejemplos de lo que digo en todas las denominaciones cristianas.
Decimos entonces que el horizonte que Dios nos ha puesto es el de su Reino y justicia como meta, ni más ni menos. Y si esto es así debiésemos en este tiempo de Adviento, recuperar el proyecto de Jesús como causa central de la Iglesia y no retroceder ni un centímetro en esa demanda.
La pastoral de esta comunidad no cejará en su esfuerzo por mantener el Ad viento del Reinado de Dios y su justicia como eje central de su carisma, no porque se nos ocurra sino porque lo vemos en el Evangelio de hoy.
Triste es no tener adviento(expectativas) expresado con una vida rutinaria y sin sentido como “comer, beber y casarse” pero más triste es quejarse y abu rrirse por lo chato y perverso del mundo sin que nada de esto nos lleve a un compromiso por cambiarlo.
Hermanos: Otro mundo es posible. Sin guerras por los bienes de la tierra, sin hambre, sin propiedad privada, sin armas, sin capitalismo, sin explota- ción de ningún tipo; pero con lazos de fraternidad inquebrantables, DDHH totalmente garantizados, sostenibilidad ecológica, interdependencia global planificada para el bien común, infancia y ancianidad privilegiadas.
Como Jesús de Nazareth se los digo: Propongámonos ser humanos plenos, acabados, maduros o perfectos. Si que se puede, Dios lo quiere y nos dice que nos ayudará, ya nos ha perdonado por nuestro fracaso, nada impide con tar con su gracia salvadora que nos concede potencia para alcanzar la meta.
Que en este Adviento muchos podamos darnos cuenta. Amén
 

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