martes, 14 de junio de 2011

Juan 20,19-23 (11/06/11)

Pentecostés es la celebración porque el Espíritu Santo se incorpora en la Iglesia, para construir la fraternidad universal que es el objetivo del proyecto jesuánico llamado Reino de Dios y su justicia.

Juan 20,19-23
Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Recibid el Espíritu Santo
Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en su casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: "Paz a vosotros." Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: "Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envió yo." Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos."

Reflexión pastoral
La emoción por esta celebración de Pentecostés sólo la comprenden quienes desde la fe en Jesús, el Kyrios del reino de Dios y su justicia,
dan su vida en el seguimiento del proyecto jesuánico propuesto.
Y es así porque llevar adelante la voluntad de Dios de Otro mundo posible por parte de la Iglesia, sin la presencia física de Jesús, necesita de su espiritualidad que los militantes de este propósito divino no tienen por sí mismos, y de la cuál dependen indefectiblemente, y Pentecostés es la dádiva de Dios a esa necesidad.
Cada vez que la Iglesia debe tomar un camino, conforme al proyecto de Jesús, que le haga confrontar con el poder mundial que marca rumbos injustos, contrarios al plan de Dios revelado por el Nazareno, y que a la corta o larga traen dolor, violencia y muerte precisamente por ser injustos, debe sentarse a medir con que fuerzas cuenta para hacer frente a esta injusticia. Así lo sugirió Jesús a sus seguidores, cuando decía a los nuevos militantes que deseaban sumarse a su proyecto de justicia y paz, “saquen cuentas de cuales son las fuerzas que tienen antes de hacer nada".
Es en este pensar eclesial que el Espíritu Santo, como mística a favor de la militancia de la Iglesia por la paz, es un haber casi único que encuentra la comunidad a la hora de tomar las decisiones de lucha contra adversarios tan fuertes.
Así fue en el pasado con las comunidades cristianas primitivas visibilizadas por el relato de Lucas en Los Hechos de los apóstoles, y debería serlo en el presente con todos aquellos colectivos de fe en Jesús. Es interesante cuando en la Ascensión de Jesús se rescata la recomendación de este a sus discípulos con estas palabras: “No se vayan de Jerusalem hasta que haya venido sobre ustedes el Espíritu Santo”, este decir es una señal claraque no hay posibilidades de avanzar en el proyecto de Reino de Dios sino no se cuenta con una espiritualidad distintiva.
Es por esto que la Iglesia militante necesita tomar conciencia de esta mística extraordinaria, reservada para una comunidad que espera de Dios confiadamente que la promesa revelada en Pentecostés, sea tan actual como entonces.
El jueves que viene, 16 de junio, nuevamente estamos convocando a la Jornada de oración por la unidad en la diversidad de los cristianos,
creyendo que si esta unidad no se verifica en decisiones democráticas acerca del Otro mundo posible, del “Buen vivir”, o de “Justicia restaurativa, difícilmente los deseos del Altísimo podamos satisfacerlos, y no hacerlo, niega rotundamente nuestra fe en Jesús de quién hablamos como Señor.
Por esta razón es que Pentecostés es una celebración sentida, sólo si va acompañada de una fuerte apuesta por el diálogo ecuménico que logre redescubrir el verdadero sentido de la Iglesia de Dios en el mundo.
Ojalá en este día nuestras comunidades reflexionen vivamente acerca el don del Espíritu y su potencia, transformadora del miedo en esperanza, celo y determinación, acaecida, y con todas las ganas de ungir a la Iglesia siglo XXI que milita el reinado de Dios.
Transcribo a continuación algunas preguntas que nos hace la página Koinonía para este domingo:
- ¿Qué reacción nos produce la palabra "espíritu"? Presentemos y comentemos algunos sinónimos explicativos.
- Hoy hablan muchos del "espíritu" y lo encuentran en regiones o en actividades muy lejanos de la realidad, del compromiso social, en lo "puramente religioso"... ¿Es así lo que la Biblia nos dice del Espíritu? Pongamos ejemplos.
- «Hay que ser espirituales, no espiritualistas»: comentar la frase, con razones y con experiencias.
    

lunes, 6 de junio de 2011

Mateo 28,16-20 (04/06/11)

El Evangelio es la llave para otra Iglesia posible
Manolo


Mateo 28,16-20 
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: "Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Vayan y hagan discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado. Y sepan que yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo."

Reflexión pastoral
Las comunidades cristianas primitivas pos-pascuales debían tener la certeza del origen fidedigno de su razón de ser como militantes del proyecto profético que les demandaba la vida misma a cada instante.
Esta necesidad hizo que el evangelio se comportara como documento leído en cada reunión de la ecclesía local, para asegurar a los que conformaban la comunidad, que su entrega personal y colectiva por hacer una nueva cultura sin opresores ni oprimidos valía la pena, y también respondía al deseo de Dios.
Quienes redactaban estos escritos pues recogían esta responsabilidad con verdadera pasión, y volcaban en ellos la fuerza mística que poseían en sí mismos los acontecimientos que contaban.
En este sentido el pasaje de Mateo de la ascensión de Jesús es una muestra de cómo la comunidad sirio-palestinense del apóstol fue conmovida por el testimonio de este relator, acerca de su experiencia de despedida con el Maestro. Con sólo saber de la historia de esa comunidad, y la entrega de la que hizo gala por el reinado de Dios y su justicia, no caben dudas del efecto espiritual (convicción de criatura creadora y transformadora a semejanza divina) que tuvo el mandato de Jesús dado en ese momento, el de su ascensión.
En fin, de lo que se trata hoy es de recuperar la mística por el reinado de Dios y su justicia mediante la memoria de Jesús el hombre realizado que el evangelio cuenta, con la fuerza oculta pero a la vez evidente del Espíritu.
Para alcanzar la espiritualidad necesaria que produzca un comportamiento revolucionario al interior de la Iglesia actual, es imprescindible una pastoral como la de Mateo para contar la vida de Jesús en el plano histórico, sin las distracciones del dualismo agnóstico que hacen perder el rumbo a la comunidad para el aquí y el ahora.
Hay mucho por hacer en este sentido dentro de la misma Iglesia rescatando “discípulos” de entre quienes se entienden, a causa de una pastoral agnóstica, como “clientes de lo religioso”. Este cambio de estado propuesto por el evangelio de hoy al decir: “hagan discípulos” (militantes) y no otra cosa , es un desafío por concretar, con estos rescatados, una contracultura  radical a lo ya conocido que impera con la fuerza de la cultura del libre mercado, donde los fieles transaccionan con Dios sus “bienes” (salud, prosperidad, ausencia de problemas, etc.) a cambio de ofrenda, adoración, cumplimiento ritual, etc.
Es decir que la espiritualidad dentro de la comunidad de Mateo era entendida como militancia concreta de lo enseñado por Jesús acerca del Reino de Dios y su justicia, mientras que hoy parece espiritual aquella comunidad que está “mirando al cielo” para descubrir los secretos de Dios guardados y que una vez encontrados son el camino del éxito.
Nuestra pastoral se propone el desafío de concretar una comunidad militante por la justicia y los DDHH, ya que estos, y no otros, son los signos de la espiritualidad humana mostrados por Jesús a lo largo de su militancia por lo profético y que en su ascensión llamó a los seguidores “guardar” lo por él “mandado”.
En vísperas de la celebración de Pentecostés tomamos muy en serio el mensaje de la Ascensión porque si no hay militancia por el Reino no hay visita del Espíritu.
El evangelio una vez más es la llave que pone a la Iglesia en su camino para que Otro mundo sea posible.

Hechos de los apóstoles 8,5-8.14-17 (28/05/11)

En aquellos días, Felipe bajo a la ciudad de Samaría y predicaba allí a Cristo. El gentío escuchaba con aprobación lo que decía Felipe, porque habían oído hablar de los signos que hacia, y los estaban viendo: de muchos poseídos salían los espíritus inmundos lanzando gritos, y muchos paralíticos y lisiados se curaban. La ciudad se lleno de alegría.
Cuando los apóstoles, que estaban en Jerusalén, se enteraron de que Samaría había recibido la palabra de Dios, enviaron a Pedro y a Juan; ellos bajaron hasta allí y oraron por los fieles, para que recibieran el Espíritu Santo; aún no había bajado sobre ninguno, estaban sólo bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo.

Juan 14,15-21  
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Si me aman, guarda- ran mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que les dé otro defensor, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocen, porque vive con vosotros y está con ustedes. No los dejaré huérfanos, volveré. Dentro de poco el mundo no me verá, pero ustedes me verán y vivirán, porque yo sigo viviendo. Entonces sabrán que yo estoy con mi Padre, y ustedes conmigo y yo con ustedes. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él

Reflexión pastoral
En estas reflexiones jesuánicas que acabamos de leer, la comunidad de Juan el evangelista sienta su esperanza como agente del Otro mundo posible, en tiempos difíciles de persecución y miedo. La esperanza es que el Resucitado se manifestará en ellos con el Espíritu Santo, como fuerza mística en los momentos críticos de la confrontación del modelo de justicia restaurativa de Dios, que es  gran misión eclesial llegar a su realización, con los intereses del status quo de opresión y muerte imperante por la fuerza de las armas imperiales.
Es decir que en la lucha con el “mundo” (sistema de opresores y oprimidos) para Otro mundo (fraternidad universal de iguales) la Iglesia cuenta con la Presencia de su artífice, y con ello la garantía de que la entrega por la causa será vista como un acto de amor por Aquél que la amó primero.
Está claro para Juan que el amor ágape es servicio al Reino de Dios y su justicia (“si me aman, guardarán mis mandamientos”) y es ese el amor que resguarda el Espíritu y no otro.
La iglesia de Dios entonces nace por obra de Jesús e inspirada por el Espíritu, para establecerse como referencia de un modelo de justicia global distinto, basado en la dignidad humana de todos y todas, y con esta práctica de amor por los DDHH, impregnar la cotidianeidad.
En el texto de Hechos leído este domingo, se presenta a la comunidad eclesial naciente trabajando desde la nueva justicia del Reino de Dios por el reconocimiento de que en Samaria, la ciudad odiada en otros tiempos, sus moradores son hermanos y hermanas para vivir la paz.
Este reconocimiento es una originalidad de la iglesia jerosolimitana primitiva que le trajo alegría a los oprimidos, pero persecución y muerte a los militantes del proyecto jesuánico por parte de las estructuras de poder del templo y también Roma.
La historia de la Iglesia posterior a este tiempo verdaderamente pentecostal nos muestra la pérdida de sentido que esta ha tenido y tiene aún hoy en día. Con sólo verla consagrada a sus intereses institucionales de pureza ritual y doctrinal, sintiéndose en sus distintas versiones denominacionales como compartimentos estancos de pura verdad, y jueza de moral y costumbres del mundo entero, el Santo Espíritu no tiene hogar donde explotar con los dones de amor servicial incondicional para lograr, la dignidad, solidaridad e igualdad interracial, la humildad en la construcción ecuménica de la verdad, servicio comprometido a la justicia que levanta al oprimido y libera a los opresores de la maldad, y unidad en la diversidad.
Sólo el evangelio puede recuperar a la Iglesia como agente del Reino de Dios y su justicia, por eso hoy lo proclamamos para esto, y nos invitamos a la experiencia de una espiritualidad basada en el ágape que otorgue plafond al Espíritu Santo para su aterrizaje (encarnación) de nuevo en terreno conocido.
Que las comunidades de fe de cualquier denominación que conformamos la Iglesia en el mundo abramos las puertas al anuncio de Jesús para un Pentecostés distinto, en el que la señal más clara del nuevo tiempo sea el diálogo interreligioso por la  justicia y la paz.

Juan 14:1-12 (21/05/11)

1 «No se turben; crean en Dios y crean también en mí. 2 En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. De no ser así, no les habría dicho que voy a prepararles un lugar. Referencias versículo 33 Y después de ir y prepararles un lugar, volveré para tomarlos conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes. 4 Para ir a donde yo voy, ustedes ya conocen el camino.»
5 Entonces Tomás le dijo: «Señor, nosotros no sabemos adónde vas, ¿cómo vamos a conocer el camino?» 6 Jesús contestó: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. 7 Si me conocen a mí, también conocerán al Padre. Pero ya lo conocen y lo han visto.»
8 Felipe le dijo: «Señor, muéstranos al Padre, y eso nos basta.» 9 Jesús le respondió: «Hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conoces, Felipe? El que me ve a mí ve al Padre. ¿Cómo es que dices: Muéstranos al Padre? 10 ¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Cuando les enseño, esto no viene de mí, sino que el Padre, que permanece en mí, hace sus propias obras.
11 Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanme en esto; o si no, créanlo por las obras mismas. 12 En verdad les digo: El que crea en mí hará las mismas obras que yo hago y, como ahora voy al Padre, las hará aún mayores.

Reflexión pastoral
La orfandad que se viene para los discípulos de Jesús, a causa de la crucifixión y muerte de este, es el tema del relato evangélico.
La condición de huérfano aquí está referida a la carencia de conduc –ción del proyecto profético.   
Porque este estado (orfandad) es un mal que hay que evitar se instale en la vida de una persona, o en una comunidad de ellas, es que Juan va a resaltar el modo en que Jesús acomete este desafío de impedir que los discípulos la experimenten y provoque la temida dispersión.
Cuando Jesús habla en esta última pascua judía con sus amigos, está pensando en el futuro del proyecto Reino de Dios y su justicia, iniciado por los profetas del antiguo testamento, y que él ha reivindicado con gran fuerza caminando por las aldeas y ciudades de la Palestina. Este porvenir del proyecto está ligado indefectiblemente a los militantes que participan con él en esta celebración tan significativa de los judíos, por lo tanto es menester que estos vivan el momento de su desaparición física con tristeza momentánea, pero no con desesperación.
Son varios los principios indubitables que plantea Jesús hay que incorporar, mediante la fe, en la vida militante para no ser vencidos por la desesperación. El primero de estos, expresa que: “en la casa (cosmos) del Padre (creador y monarca) hay lugar suficiente”, metáfora con la cual se describe al cosmos (según los salmos y otros escritos veterotestamentarios) como lugar apto para la construcción del proyecto profético. En seguida se da el segundo principio: “voy a preparar lugar para ustedes” que para nada significa lugares celestiales de disfrute, sino concretar el permiso de Dios para que los militantes sean autorizados a participar, con las leyes del Reino en la mano, de la construcción del “Otro mundo posible”.
Seguidamente viene la metáfora del camino, con la cual el Maestro se proclama arquitecto (mandante de los militantes) de esta construcción, calmando la ansiedad de Felipe, al verse desprovisto (huérfano)  objetivamente del paso a paso para el logro de la misión encargada.
El autoproclamado arquitecto profundiza su autoridad a la máxima expresión cuando plantea el principio: “el que me ve a mí (arquitecto) ve al Padre (arquitecto)” asegurando así que la habilidad constructiva de los militantes se logra con sólo hacer memoria de él a cada paso.
Aunque no es una originalidad decir que otra vez Jesús muestra su autoestima como ejemplo a seguir, como la gran receta contra la desesperación de los militantes inseguros de sí mismos, lo hago porque debemos redescubrirnos todos los seres humanos seguidores de la justicia restaurativa y la paz, como capaces de  las más grandes transformaciones en el aquí y el ahora con sólo hacer concreta la mística de la fe en Jesucristo resucitado y ascendido, que sigue trabajando mediante su Espíritu, para que percibamos el propósito del reino de los cielos  muy cerca de nosotros, de tal manera que toda tarea que llevemos a cabo por él, tiene el beneplácito (logrado por Jesús a favor nuestro) de Dios el Padre.
Tengo la sensación que las pastorales en la Iglesia del Señor padecemos de desconfianza en que la comunidad de fe en Jesús histórico deba estimarse como agente del Reino de Dios y su justicia para hablar y discutir la política, la economía, los DDHH, la sostenibilidad del planeta, el hambre y los tantos temas que hacen a la vida de los seres humanos, y que por eso hay que dedicarse al entretenimiento con propuestas metafísicas (así conciben los poderosos la religión) como herramientas de escape individual y grupal del sin sentido en el aquí y el ahora. ¡Ojalá! nos demos cuenta que Jesús trabaja delante del Padre abogando por nosotros como militantes de su proyecto de justicia y paz para hoy y aquí; ¡no lo defraudemos!