domingo, 31 de julio de 2011

Mateo 14,13-21 (29/07/11)

La compasión es el camino para que OTROMUNDOSEAPOSIBLE.
Manolo

Mateo 14,13-21

En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan, el Bautista, se marchó de allí en barca, a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Al desembarcar, vio Jesús el gentío, tuvo compasión y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: "Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer." Jesús les replicó: "No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer." Ellos le replicaron: "Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces." Les dijo: "Traédmelos." Mandó a la gente que se recostara en la hierba y, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.

Reflexión pastoral


La construcción del Reinado de Dios y su justicia requiere actitudes y prácticas contraculturales manifiestas que sostengan el carácter revolucionario del mismo.

En primer lugar el texto de hoy precisamente hace notar lo contracultural de un Jesús que supera el sentimiento de venganza por el cruel, aunque “legal” (los reyes dictaban sentencias de acuerdo a su parecer y no basados en códigos) homicidio de su primo Juan el bautista a manos del rey Herodes, de una manera extraordinaria como era proponerse cambiar su sentimiento de amargura por otro que lo condujese en dirección más positiva, así es que fue a un lugar “apartado” donde escuchar otra voz, y que el relato dice que no fue otra que la de los excluídos necesitados de compasión de Dios. En el texto se destaca este nuevo sentimiento (compasión, en vez de venganza) en Jesús como disparador de acciones creativas y liberadoras, y también se ve la manera en que el nazareno busca llamar la atención de sus discípulos a una nueva realidad.

Es decir que la atrocidad de Herodes sin ningún sentimiento al decapitar a Juan, es contrastada con la del profeta que deja de lado sus propias pasiones para despertar nuevas que lo revelen verdaderamente Hijo del Hombre (humanidad acabada). Esto es lo revolucionario y propio de la criatura a “imago Dei”, es decir con el modo de ser del Padre celestial.

En segundo lugar el texto dice que es contracultural y por tanto signo del Reinado de Dios y su justicia, una comunidad capaz de satisfacer el hambre (en todo sentido) de todos y todas, de manera igualitaria. Para esto es necesario saber, como Jesús, que es posible la satisfacción de las reales necesidades de todos y todas simplemente implementado la compasión en vez de la competitividad como mística de convivencia y creadora de una legalidad verdaderamente justa.

Los neo-herodes carentes de otro sentimiento que el de segar la vida de quienes representan un obstáculo a sus ambiciones de poder total o concentración ilimitada de riquezas están a la orden del día, y parece lo más normal en el mundo de hoy, tal el caso noruego del xenófobo exterminador de los chicos del campamento laborista que seguramente se alimentaban para un mundo respetuoso de la diversidad, lo cual le significaba al asesino algo totalmente intolerable, con lo que había que terminar. También lo visto últimamente en Jujuy con la represión a los “sin viviendas” por parte de las fuerzas policiales que a las órdenes de una legalidad injusta (los Blaquier dueños de 40.000 hectáreas escandalizados por la “usurpa-ción” de 15 de ellas) dispararon sin piedad sobre los pobres matando a tres de ellos.

Hacen falta comunidades fundadas en la compasión, que es la contracultura del individualismo egoísta, que sirvan a la realidad de Otro mundo posible en el que sea tan natural la vida digna para todos y todas, como experiencia constatable y tan abundante como lo sucedido con los “cinco mil, sin contar mujeres y niños”, según el Evangelio.

Como siempre estas reflexiones procuran animar a los oyentes y lectores a la creatividad liberadora para ensayar prácticas radicalmente opuestas al sistema de muerte que nos domina.

En este sentido y para establecer la mística de la compasión en vez del indi-vidualismo egoísta, hay que hacer como Jesús: “retirarse a un lugar apartado”(metáfora de la persona que no está dispuesta que sus sentimientos negativos echen raíces) para respirar una nueva atmósfera, la de la vida simple compartida sin dominadores ni dominados.

Cada vez que hacemos koinonía (comunión) en organizaciones de la sociedad civil sin fines de lucro estamos dando un paso contra la corriente, y acercándonos al Reino de Dios que con su poder multiplicador de solidaridad y compasión hará que "todos quedemos satisfechos", por eso la Iglesia primitiva practicó esta contracultura como signo del Resucitado en medio de ellos y generó respeto y adhesión al modelo de comunidad igualitaria, constituida en lugar donde “ninguno decía ser suyo lo que poseía”, y también donde se “repartía según la necesidad de cada uno”.

Mateo 13, 44-52 (23/07/11)

Hola a todos, con una nueva legalidad construida desde la justicia restaurativa propia del Reino de Dios, OTRO MUNDO ES POSIBLE
Manolo

Mateo 13, 44-52
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: - «El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.
El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.
El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran.
Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separa-rán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.
¿Entienden bien todo esto?»
Ellos le contestaron: - «Sí.» Él les dijo:
«Ya ven, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo

Reflexión pastoral
La comunidad de Mateo trasunta en el Evangelio que está en franca reivindicación del profetismo mediante la catequesis de los militantes cristianos, tratando de forjar convicciones ancestrales que les de a estos una moral religiosa distintiva que marque claramente una crítica a la devaluación del sentido de la religión que han hecho los dirigentes judíos contemporáneos de Jesús de Nazareth.
Así pues el Evangelio de hoy tiene una lectura previa e imprescindible del Antiguo Testamento para comprender el significado de la catequesis de la Iglesia sirio-pales-tinense primitiva, acerca del proyecto profético de Jesús y que enraizado en la histo-ria de Israel desde la perspectiva de los oprimidos, promueve una religión liberado-ra.
Para los profetas del Israel primitivo, la religión era el espacio donde se sostenían obligatoriamente las ideas emancipatorias del pueblo pobre y oprimido. Un texto clásico para esta concepción es el de Exodo 5:1 que dice: “Moisés y Aarón fueron a decir al Faraón: Así habla el Señor, el Dios de Israel: Deja partir a mi pueblo, para que celebre en el desierto una fiesta en mi honor”, y uno siguiente que argu-menta que no se puede practicar la religión de Yavé estando en cautiverio: “El Dios de los hebreos vino a nuestro encuentro, y ahora tenemos que realizar una mar-cha de tres días por el desierto para ofrecer sacrificios al Señor, nuestro Dios. De lo contrario él nos castigará con la peste o la espada”, es decir que el pueblo cre-yente en Yavé no podía ni debía practicar su religión en condiciones de opresión, ya que hacerlo así demostraba que el Dios del pueblo dejaba de ser el Dios de dioses y Señor de señores soberano y libre.
Ya en tiempos de Jesús se ve que los dirigentes religiosos enquistados en el templo, lejos de la interpretación veterotestamentaria, usan la actividad religiosa para poner-la al servicio de un status quo que los beneficia como casta (especialmente los sadu-ceos como ideología dominante y aristocrática) con muy buenas relaciones con el Imperio Romano, en tanto y cuanto contuvieran el avance de manifestaciones y revueltas populares de la resistencia contra  Roma. El tema impuesto por esta aristo-cracia es la perspectiva sacerdotal desde la cual el tema de la pureza ritual es la llave para ser aceptados y favorecidos por Dios, ya que este cumplimiento riguroso hará mover el poder de Dios, que a la larga (en el cielo), como premio a esta disciplina sacramental traerá la liberación de manera portentosa y mágica.
Para Jesús, que ha sido instruido en una casa donde el Exodo era leído en clave pro-fética, un movimiento reivindicatorio del profetismo es esencial, y por el da la vida.
El espíritu de este Jesús histórico se encarna en las comunidades primitivas mediante la catequesis que interpreta sus parábolas en estos términos: La religión es valiosa cuando se  descubre su verdadero sentido, y este no es otro que la instauración del Reino de los cielos y su justicia por parte de la humanidad que cree que Otro mundo es posible. Díganme si no va en esta dirección la afirmación de Santiago en su epístola: “La religiosidad pura y sin mancha delante de Dios nuestro Padre, consiste en ocuparse de los huérfanos y de las viudas cuando están necesitados”
Desde aquí entonces, encarnar hoy a Jesús histórico por parte de la Iglesia es poner-se al hombro esta reivindicación siempre necesaria de lo religioso como espacio para la espiritualidad profética (política, para la civilización occidental). Esta actitud y acción reivindicatoria son, en las parábolas jesuánicas de hoy, concretamente “ven-der todo lo que se tiene para comprar  lo inigualable” o “escoger entre lo valioso lo más valioso, y quedarse sólo con ello”.
Una advertencia importante es saber que el reverdecer de lo religioso que está ope-rando hoy según la sociología en todo el planeta, no necesariamente lo es en el sen-tido de nuestra reflexión sino todo lo contrario, porque lo que está aconteciendo es la construcción una religiosidad reformista a-histórica, escapista de la realidad y del sálvese quién pueda, que defenestra lo político por sucia mundanalidad.
Invitémonos todos los creyentes a socializar los intentos reivindicatorios que desde las bases, como las comunidades cristianas primitivas, van descubriendo el fenóme-no religioso nuevo como una herramienta de emancipación de los mitos del sistema
capitalista dominante, dejando atrás (“vuelven al mar lo pescado sin valor”), o abandonando la religión alienante de los “neo-saduceos”, y nos constituímos en en-tendidos intérpretes de la realidad desde la perspectiva de la justicia restaurativa del Reino de Dios. Hagámonos “ateos de lo religioso alienante” seamos militantes de la “religión que emancipa y libera”, eso es ser cristiano. 

martes, 19 de julio de 2011

Mateo 13,24-43 (16/07/11)

Hola a todos, la soberbia de toda ortodoxia ha fracasado hoy es el tiempo de la humildad . OTROMUNDOESPOSIBLE
Saludos
Manolo

Mateo 13,24-43
Les propuso esta otra parábola: "El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas, y vienen los pájaros a anidar en sus ramas."
Les dijo otra parábola: "El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, y basta para que todo fermente."
Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas, y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta: "Abriré mi boca diciendo parábolas, anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo." Luego dejó a la gente y se fue a casa 

Reflexión pastoral
La caracterización del Reino en estas dos parábolas jesuánicas agru-padas por la comunidad sirio-palestinense de Mateo, es como un plano-proyecto para que la Iglesia sepa el como, porqué y para qué de su actuar en el mundo.
A la luz del texto las figuras de la semilla de mostaza y la levadura (o sea, desde abajo) muestran como desde la humildad el reino de Dios alcanza su plena realización.  
Es por esto que la Iglesia, como agente del Reino, debe encarnar esta humil-dad como estrategia política contracultural a la pos-modernidad, colocando este tema en su agenda actual, que no sólo es una materia pendiente, sino y peor aún, vista la humildad como una posición de debilidad contraria a su necesidad de mostrarse como poder real en el mundo, aunque los discursos piadosos desde los púlpitos digan lo contrario. La humildad según el Evan-gelio es entendida como una capacidad que incorporan los seres humanos mediante la convicción de ser, tanto la persona como los colectivos de las mismas, un eslabón y no la cadena, y también el mismo Evangelio y las cartas pastorales ven a esta condición como un signo de madurez impres- cindible para la credibilidad del cristiano y del cristianismo en el mundo, aunque se perciba en estas parábolas el absurdo, que es para el mundo exitista de hoy, decir que mientras más pequeño y oculto se es, más grande y más nombrado se llega a ser.
Este principio no sólo vale para la religión sino también para cualquier acti-vidad humana que quiera ser trascendente a intereses sectoriales, en especial la ciencia, y esto es así porque precisamente los grandes logros humanos universales se dan no en la soberbia de la autonomía, sino en la humildad de la interdependencia. Desde esta lectura pues, una primera cosa para la Iglesia hoy es convencerse de la humildad como poder realizador del Reino de Dios y su justicia
En cuanto al porqué de la Iglesia en el mundo, la resolución que hace Jesús en las dos parábolas nos responde con las figuras de los pájaros y sus nidos que encuentran amparo en la semilla ahora árbol, y la de la masa que por la levadura llega a pan para que sea abundante para los hambrientos de la casa.
En este sentido, la Iglesia que se descubre humilde servidora de Otro mundo posible mediante la práctica de la justicia restaurativa del Reino de Dios, no puede dejar de ser una comunidad con una visión realista del mundo de exclusión y hambre en el que vive, e interactuar, como Jesús, con los sujetos de la liberación de estas injustas realidades, lamentablemente ya naturaliza-das, que son los propios excluídos, haciéndose como una con ellos sembran-do “mostaza” de ecumenismo liberador y poniendo “levadura” de dignidad y DDHH en la masa inerte.
No hay nada más liberador para los expulsados por la sociedad de clases, que esta propia sociedad redimida los invite de nuevo al camino, y les de un lugar en la mesa de la comensalía universal. Introducir esta semilla y leva-dura redentora en la sociedad de nuestro tiempo, es tarea de la religión.
Decíamos que el texto de hoy también le indica a la Iglesia el para qué de su razón de ser en el mundo y lo hace simplemente con la frase “así se cumple lo profético”.
Para Jesús y los judíos de su tiempo, y debiera serlo para la fe cristiana organizada institucionalmente en la Iglesia, el profetismo es como la polí-tica para los griegos, la disciplina capaz de organizar al pueblo para la con-vivencia en justicia y paz. Es decir que cuando el nazareno usa las parábolas está haciendo profetismo (cultura política) entre aquellos que por excluídos no se creen sujetos de derecho, y esto nos convoca a su imitación para que siga “cumpliéndose lo profético” en nuestro mundo necesitado de una sociedad verdaderamente democrática, acogedora y solidaria, incapaz de aceptar la intemperie y el hambre de nadie en el mundo.
Que el Espíritu inspire en la Iglesia las preguntas del como, porqué y para qué de la voluntad divina, a fin de despertar la búsqueda de respuesta en el maravilloso Evangelio del Reino de Dios. Así sea

jueves, 14 de julio de 2011

Mateo 13,1-23 (09/07/11)

Hagamos que OTRA POLÍTICA SEA POSIBLE.
Manolo

Mateo 13,1-23
Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y la gente se quedó de pie en la orilla. Les habló mucho rato en parábolas: "Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y, como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó. Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos, ciento; otros, sesenta; otros, treinta. El que tenga oídos que oiga."
[Se le acercaron los discípulos y le preguntaron: "¿Por qué les hablas en parábolas?" Él les contestó: "A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de los cielos y a ellos no. Porque al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender. Así se cumplirá en ellos la profecía de Isaías: "Oiréis con los oídos sin entender; miraréis con los ojos sin ver; porque está embotado el corazón de este pueblo, son duros de oído, han cerrado los ojos; para no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni entender con el corazón, ni convertirse para que yo los cure." ¡Dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis vosotros y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron.
Vosotros oíd lo que significa la parábola del sembrador: Si uno escucha la palabra del reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino. Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que la escucha y la acepta en seguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y, en cuanto viene una dificultad o persecución por la palabra, sucumbe. Lo sembrado entre zarzas significa el que escu -cha la palabra; pero los afanes de la vida y la seducción de las rique zas la ahogan y se queda estéril. Lo sembrado en tierra buena signifi ca el que escucha la palabra y la entiende; ése dará fruto y  produci- rá a  ciento o sesenta o treinta por una.

Reflexión pastoral
Con esta parábola sabemos que la vigencia real del plan de Dios en la tierra, depende de la militancia que por el haga la humanidad con-
vertida en tierra fértil para ese objetivo.
La parábola del sembrador es una parábola explicada por el propio relator (Jesús) a los que preguntan por el sentido de la misma. La interpretación hecha por quién produjo el relato cierra la posibilidad para cualquier otra dirección que se le quiera dar al texto.
Sin embargo podemos, y esa es nuestra intención pastoral, hacer algunas otras preguntas al relato con el propósito de profundizar la reflexión.
En este sentido, para la Iglesia interesada en conseguir extender la frontera de “la buena tierra para la semilla del Reino de los cielos”, debería preguntarse cuales son las tareas terrenales a llevar a cabo con el propósito de alcanzar esta extensión.
Un dato que nos ofrece la parábola es que “la tierra dura del camino” “los pedregales” y las “zarzas” (plantas espinosas) son terrenos insensibles para sostener el desarrollo productivo de la semilla plantada, y que por lo tanto no pueden ser objeto de atención para la siembra en estos, a menos que sean trabajados para su optimización.
Aquí llegamos a nuestro interés pastoral por ver, primero a quienes representaban estos terrenos toscos e improductivos en los tiempos de Jesús, segundo cuales son esos terrenos hoy, y tercero si no es menester trabajarlos para hacer de ellos aptos para el fin.
Es evidente que la insensibilidad al proyecto profético del Reino de los cielos estaba en la casta dirigente judía tradicional y en sus seguidores de los cuales, según la parábola, poco se podía esperar. Esta apreciación bien se puede trasladar a nuestros días con la dirigencia política a escala mundial, que demuestra, con honrosísimas excepciones, no tener más que discursos a favor de una justicia planetaria que responda satisfactoriamente a los principios fundamentales del Reino de Dios y su justicia.
Sabiendo esto es que nos preguntamos si la Iglesia de base no debiera militar los valores del Reino de Dios en las jerarquías políticas de nuestro tiempo para aflojar la tierra dura, quitar piedras y desbrozar corazones, que convertidos en “tierra apta” sean capaces de ser productivos en materia de justicia restaurativa y paz mundial.
Sea nuestra oración y acción lograr ser una comunidad de fe que con ejemplo y dedicación se inserte en la vida política con el anuncio del Reino de los cielos, siguiendo el modelo de Jesús en el encuentro con Nicodemo.
Que este es tiempo de diálogo para la transformación de la realidad de caos, violencia, corrupción y muerte lo sabemos, pongamos manos a la obra y organicémonos ECUMÉNICAMENTE para manifestar a todos los grupos de poder político, económico, religioso y social que la justicia de Dios es el terreno ideal para la plena vigencia de la paz. La iglesia de base es el arado de Jesús-sembrador para mover la tierra-humanidad donde plantar el Reino que salvará al universo  

martes, 5 de julio de 2011

Mateo 11,25-30 (02/07/11)

En aquel tiempo, exclamó Jesús: "Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vues- tro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera

Reflexión pastoral
Este es un texto que en su contexto de esclarecimiento acerca del mesianismo profetizado a Israel, hace una proclamación del Padre Dios en su preferencia por el pobre, de los cuales Jesús es por anona-damiento EL POBRE al que le ha sido entregado todo el don y poder de Dios, constituyéndolo en el descanso de la opresión para todos los pobres.
Esta perspectiva de que el Mesías, entendido como liberación del pueblo oprimido, surje desde abajo es una crítica explícita a la aris-tocracia del templo, y de cómo esta es desautorizada  en el plan sal-vífico del Señor, y también de cómo los pobres de Yavé no pueden esperar nada de ella para su liberación.
Que el pobre se asuma sujeto de la liberación, es una definición im-portantísima para concebir el futuro del movimiento de seguidores de Jesús presentes en este escenario de formación descripto por Mateo,  que  hoy la Iglesia debiera releer para recuperar su razón de ser y fi-delidad al proyecto de Reino de Dios.
Es aquí donde nos paramos hoy como comunidad de fe, que con  Je-sús en medio, se pone al servicio de la justicia restaurativa para que sea descanso de la humanidad postergada, en su necesidad de auto-nomía y emancipación para construir el otro mundo posible sin opre-sores ni oprimidos, y poder hacerlo en paz. Esta justicia en boca de Jesús desprecia la legalidad injusta de los “sabios y entendidos” expresada en la naturalización de una sociedad de clases (unos arriba y otros abajo) impuesta por la fuerza, y la Iglesia que la encarna y promueve contra viento y marea se identifica con los cansados y atribulados de la legalidad sin justicia y con ellos asume con humil-dad y mansedumbre de sierva, el yugo de cargar la construcción de la paz sin esperar que caiga de los de arriba.
La Iglesia primitiva es un claro ejemplo de este comportamiento de una práctica igualitaria bajo el mandato de la justicia del Reino, aún en un contexto de persecución y exterminio, perdiéndola tiempo des-pués en cuanto dejó la humildad y la mansedumbre como identidad entre los oprimidos para pasarse al modelo de rango, cátedra y domi-nación, claramente rechazado por el Dios de Jesús en el evangelio de hoy.
Así las cosas el texto nos interpela a recuperar la mística de la prime-ra hora eclesial, evitando querer quedar bien “con Dios y con el dia-blo” haciendo como si, pero no tanto tan presente hoy con el discurso del “pare de sufrir” dejando la pobreza de los oprimidos subiéndose al colectivo numeroso de los “migajeros” del sistema injusto, que venden la militancia por “un plato de lentejas”.
Hay un llamado pues del texto a proclamar la fe de la Iglesia en el Mesías de la justicia restaurativa, y a partir de esto tomar conciencia de la opción por los excluídos para construir desde allí el gran des-canso para todos y todas que significa el Reino de Dios y su justicia.
Transcribo una mirada de Souza dos Santos sobre este asunto con el fin de iluminar nuestro presente cargado de imperativos impostergables.
“El modelo de desarrollo basado en el molde consumista-destructivo del capital, resulta claramente incompatible con la sobrevivencia de la humanidad. El capitalismo globalizado, expresión máxima de esta civilización occidental [Boff], hace aguas. No puede mantenerse; hacerlo equivaldría a extender y profundizar la producción destructiva de la sociedad y la naturaleza. Hoy, cuando la crisis de los capitales expone sus deficiencias a las conciencias de la humanidad, sería un contrasentido continuar sosteniendo que tal especulación, saqueo y guerrerismo ‑que abonan la escandalosa riqueza y abundancia de quienes constituyen el corazón del capital global y sus entornos cercanos‑, es condición o premisa para el cambio y el progreso sociales. Sin embargo, la constatación de esta realidad no implica su superación. El desafío consiste, en este sentido, en buscar nuevas alternativas de desarrollo basadas en una nueva concepción del mundo, es decir, de la relación humanidad-naturaleza. En base a ella será posible construir y apostar a una concepción de desarrollo ajena al esquema impuesto por el poder”.

Juan 6:51-58 (25/06/11)

Por la festividad del Cuerpo de Cristo.
Manolo

Juan 6:51-58 
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: "Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo." Disputaban los judíos entre sí: "¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?" Entonces Jesús les dijo: "Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo; no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre."

Reflexión pastoral
Esta festividad nos permite profundizar la crítica a nuestro ser cristiano, entendido como nueva humanidad, que se ha vaciado de contenido; y luego también en un momento de decisión, apuntando al cambio necesario hacia una identidad cristocéntrica, liberadora de humanidad plena, capaz de asumir comprometidamente la transformación del mundo.
Ser cristiano o nueva humanidad es el resultado de una acción bien concreta como lo es comer cierto alimento destinado a producir di- cho ser. Alguien acertadamente dijo que “somos lo que comemos”, por lo tanto nadie puede ser humanidad nueva si no come el alimento fundamental para serlo. Jesús expresa esto mismo con la frase leída en el evangelio: “Si no comen la carne del Hijo del Hombre y beben su sangre no tienen vida eterna”. La tarea que tenemos por delante  los cristianos es demostrar al mundo que, según el decir paulino, “el que está en Cristo nueva criatura es, las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas”. No hay ninguna posibilidad de decir que “somos higuera” si producimos “manzanas”. Ya es hora de tomar el tiempo necesario para un golpe de sinceridad con nosotros mismos.
Para todos aquellos que deseamos ser nueva humanidad reconociéndonos faltos de ella por la incapacidad que tenemos en producir la revolución pacífica que necesita el mundo, pasando de la violencia del sistema competitivo a la cooperación humana para la igualdad, los DDHH y por ende la paz,  Jesús (Hijo del Hombre, según la propia manera de identificarse) nos muestra el camino para alcanzarla, y este trazado lo da a entender con la metáfora de “comer su carne y beber su sangre” que da origen al rito de la Santa cena.
Por supuesto que no creemos en lo mágico que muchos cristianos ven en la eucaristía, sino que entendemos a este ritual como la representación de nuestro deseo por dejarnos dominar por el Espíritu del Hijo del Hombre que se ofrece como comida y bebida hasta que la nueva humanidad se plenifique en nuestra existencia, y que el mundo vea que “ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí”.
Para que esta espiritualidad tenga efecto en la vida terrenal hace falta la fe en reconocer a Jesús como paradigma de nueva humanidad  viviendo como él vivió a disposición del Reinado de Dios y su justicia y cumpliendo con sus dictados de negación del “yo” cotidianamente.
Hay una frase en el relato juanino que revela como Jesús argumenta la razón de la exigencia radical planteada a sus seguidores, a fin de que estos extiendan en la historia su mismo modo de vivir como modelo de Hijo del Hombre realizado, para complacencia y gozo del Padre Dios creador, y también de la misma criatura en todas las generaciones:El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que come vivirá por mí.”
Todos aquellos que buscamos ser una nueva humanidad porque queremos construir un mundo que alcance el propósito de paz con que fue creado, tenemos en las palabras de Jesús una respuesta al alcance de todos los buscadores sin ninguna exclusión.
Me parece que la Iglesia servidora del Reino de Dios y su justicia debe retomar el camino de permanentemente reflexionar en la metáfora, “comer la carne y beber la sangre de Cristo”, porque allí está el secreto de su fidelidad al plan maestro de Dios. Cuantas cosas del “cristianismo real” dejarán de tener la importancia suprema que vanamente les adjudicamos a ellas a partir de la reflexión del Corpus Cristi, porque nos daremos cuenta que tales cosas no sólo son secundarias  sino que entorpecen marcadamente la realización del proyecto de Jesús, fin último de la propuesta de la metáfora jesuánica.
Seguramente es la oración de muchos hoy que los cristianos podamos descubrir la esencia de nuestra fe desbrozando las ramas que sin frutos consumen la vida eclesial, tomando como metáfora para dicha acción podadora, la famosa parábola de la vid en la que se expone que Dios labrador, teniendo en cuenta la productividad de la vid, corta todos los pámpanos sin fruto para que los que si lo llevan tengan la savia disponible para la noble tarea. En este sentido oramos que Jesús, alimento del militante, sea aprovechado no en otra cosa que en la lucha por la justicia restaurativa y la paz, que son los pilares del Reino de Dios.    
  

Éxodo 34,4b-6.8-9 / Corintios 13,11-13 / Juan 3,16-18 (18/06/11)

Éxodo 34,4b-6.8-9 
En aquellos días, Moisés subió de madrugada al monte Sinaí, como le había mandado el Señor, llevando en la mano las dos tablas de piedra. El Señor bajó en la nube y se quedó con él allí, y Moisés pronunció el nombre del Señor. El Señor pasó ante él, proclamando: "Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad". Moisés, al momento, se inclinó y se echó por tierra. Y le dijo: "Si he obtenido tu favor, que mi Señor vaya con nosotros, aunque ése es un pueblo de cerviz dura; perdona nuestras culpas y pecados y tómanos como heredad tuya.”.

2 Corintios 13,11-13 
Hermanos: Alegraos, enmendaos, animaos; tened un mismo sentir y vivid en paz. Y el Dios del amor y de la paz estará con vosotros. Saludaos mutuamente con el beso ritual. Os saludan todos los santos. La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté siempre con todos vosotros.
Juan 3,16-18  

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.

Reflexión pastoral
La celebración de la Trinidad nos permite la reflexión de cómo la humanidad puede tener esperanza de una sociedad universal domina-da por la justicia y la paz, manifestando así su madurez.
En este sentido van los textos bíblicos de este día, conmemorativo de Dios en tres personas.
La esperanza en que Otro mundo es posible debe ser alimentada a diario en el corazón de aquellos que militan esta causa, y a su vez estos contagiando en la sociedad humana el destino de grandeza que esta tiene, si es capaz de imitar la sociedad divina del Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo.
La primera cosa que se necesita desde la perspectiva cristiana a fin de llegar a una humanidad madura (“vida eterna” en el argot de Juan teólogo), es saber en que consiste dicha madurez y como alcanzarla, a lo cuál las lecturas de hoy responden puntualizando que el horizon-  te humano como sujeto co-creador  con Dios en la construcción de la paz, es la práctica de la justicia restaurativa, entendida esta como legalidad consensuada para asegurar la plena realización de los individuos, y a la misma vez de todo lo creado (“bien vivir”)  tal como ocurre en el seno de la Divinidad trina (una y plural).
Desde esta mirada, la plenitud humana no puede sólo concebirse en términos de avance científico, y económicos tal como piensa el “mercado” y su modelo de crecimiento y consumo ilimitados, basados en la competencia de los actores, sino y fundamentalmente, en la vigencia icuestionable de la justicia restaurativa de la fraternidad cooperativa (mito edénico), y esta entendida como igualdad de dignidad y diversidad funcional, tal como sugiere la Comunidad trinitaria Padre, Hijo y Espíritu Santo, y que el proyecto de Reino de Dios plantea a esta perfecta Comunión, como paradigma de la paz real y verdadera.
El cristianismo de Jesús histórico proclama hoy al interior de la Iglesia , aprovechando la festividad, una conciencia del Dios trino no como dogma sino como experiencia para la salvación (realización) de lo humano mediante la koinonía, que ayude a que la comunidad de fe salga de la teorización filosófica del misterio trinitario y se constituya en actora militante de esta koinonía salvífica que nos propone el texto bíblico, mediante la práctica de los códigos del amor ágape propios del Reino de Dios (solidaridad, negación del yo y promoción del nosotros, cooperación, humildad, misericordia, espiritualidad (patentización de la “imago dei”), diálogo constructivo, templanza, lamento, mansedumbre, hambre y sed de justicia, intenciones transparentes, entrega incondicional, autodominio, fe), anunciados por Jesús a lo largo de su misión en la tierra, enraizado en los profetas.
Todo el diálogo jesuánico con Nicodemo, que refiere Juan en el tercer capítulo del evangelio, está atravesado por caracterizar a Dios hablando encarnado en el Hijo (Jesús) en la atmósfera del Espíritu para que Nicodemo, en este caso metáfora de la Iglesia sin sentido, pueda leer a Dios de una nueva manera (“debes nacer del Espíritu”), y desde allí aprender que la salvación, de la cual es maestro, es por la fe (expresión de humildad) y práctica de la justicia del Reino de Dios aquí y ahora.
Es decir que Dios trino es presentado por Juan a la Iglesia como paradigma de perfección comunitaria igualitaria funcional a la vida eterna para todos y todas, a fin que esta se apropie de dicho paradigma viviéndolo cada día en el diálogo ecuménico amplio, interreligioso, intercultural, con sentido salvífico, sabiendo que la esperanza de un mundo maduro es totalmente posible.