jueves, 14 de julio de 2011

Mateo 13,1-23 (09/07/11)

Hagamos que OTRA POLÍTICA SEA POSIBLE.
Manolo

Mateo 13,1-23
Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y la gente se quedó de pie en la orilla. Les habló mucho rato en parábolas: "Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y, como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó. Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos, ciento; otros, sesenta; otros, treinta. El que tenga oídos que oiga."
[Se le acercaron los discípulos y le preguntaron: "¿Por qué les hablas en parábolas?" Él les contestó: "A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de los cielos y a ellos no. Porque al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender. Así se cumplirá en ellos la profecía de Isaías: "Oiréis con los oídos sin entender; miraréis con los ojos sin ver; porque está embotado el corazón de este pueblo, son duros de oído, han cerrado los ojos; para no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni entender con el corazón, ni convertirse para que yo los cure." ¡Dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis vosotros y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron.
Vosotros oíd lo que significa la parábola del sembrador: Si uno escucha la palabra del reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino. Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que la escucha y la acepta en seguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y, en cuanto viene una dificultad o persecución por la palabra, sucumbe. Lo sembrado entre zarzas significa el que escu -cha la palabra; pero los afanes de la vida y la seducción de las rique zas la ahogan y se queda estéril. Lo sembrado en tierra buena signifi ca el que escucha la palabra y la entiende; ése dará fruto y  produci- rá a  ciento o sesenta o treinta por una.

Reflexión pastoral
Con esta parábola sabemos que la vigencia real del plan de Dios en la tierra, depende de la militancia que por el haga la humanidad con-
vertida en tierra fértil para ese objetivo.
La parábola del sembrador es una parábola explicada por el propio relator (Jesús) a los que preguntan por el sentido de la misma. La interpretación hecha por quién produjo el relato cierra la posibilidad para cualquier otra dirección que se le quiera dar al texto.
Sin embargo podemos, y esa es nuestra intención pastoral, hacer algunas otras preguntas al relato con el propósito de profundizar la reflexión.
En este sentido, para la Iglesia interesada en conseguir extender la frontera de “la buena tierra para la semilla del Reino de los cielos”, debería preguntarse cuales son las tareas terrenales a llevar a cabo con el propósito de alcanzar esta extensión.
Un dato que nos ofrece la parábola es que “la tierra dura del camino” “los pedregales” y las “zarzas” (plantas espinosas) son terrenos insensibles para sostener el desarrollo productivo de la semilla plantada, y que por lo tanto no pueden ser objeto de atención para la siembra en estos, a menos que sean trabajados para su optimización.
Aquí llegamos a nuestro interés pastoral por ver, primero a quienes representaban estos terrenos toscos e improductivos en los tiempos de Jesús, segundo cuales son esos terrenos hoy, y tercero si no es menester trabajarlos para hacer de ellos aptos para el fin.
Es evidente que la insensibilidad al proyecto profético del Reino de los cielos estaba en la casta dirigente judía tradicional y en sus seguidores de los cuales, según la parábola, poco se podía esperar. Esta apreciación bien se puede trasladar a nuestros días con la dirigencia política a escala mundial, que demuestra, con honrosísimas excepciones, no tener más que discursos a favor de una justicia planetaria que responda satisfactoriamente a los principios fundamentales del Reino de Dios y su justicia.
Sabiendo esto es que nos preguntamos si la Iglesia de base no debiera militar los valores del Reino de Dios en las jerarquías políticas de nuestro tiempo para aflojar la tierra dura, quitar piedras y desbrozar corazones, que convertidos en “tierra apta” sean capaces de ser productivos en materia de justicia restaurativa y paz mundial.
Sea nuestra oración y acción lograr ser una comunidad de fe que con ejemplo y dedicación se inserte en la vida política con el anuncio del Reino de los cielos, siguiendo el modelo de Jesús en el encuentro con Nicodemo.
Que este es tiempo de diálogo para la transformación de la realidad de caos, violencia, corrupción y muerte lo sabemos, pongamos manos a la obra y organicémonos ECUMÉNICAMENTE para manifestar a todos los grupos de poder político, económico, religioso y social que la justicia de Dios es el terreno ideal para la plena vigencia de la paz. La iglesia de base es el arado de Jesús-sembrador para mover la tierra-humanidad donde plantar el Reino que salvará al universo  

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