martes, 19 de julio de 2011

Mateo 13,24-43 (16/07/11)

Hola a todos, la soberbia de toda ortodoxia ha fracasado hoy es el tiempo de la humildad . OTROMUNDOESPOSIBLE
Saludos
Manolo

Mateo 13,24-43
Les propuso esta otra parábola: "El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas, y vienen los pájaros a anidar en sus ramas."
Les dijo otra parábola: "El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, y basta para que todo fermente."
Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas, y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta: "Abriré mi boca diciendo parábolas, anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo." Luego dejó a la gente y se fue a casa 

Reflexión pastoral
La caracterización del Reino en estas dos parábolas jesuánicas agru-padas por la comunidad sirio-palestinense de Mateo, es como un plano-proyecto para que la Iglesia sepa el como, porqué y para qué de su actuar en el mundo.
A la luz del texto las figuras de la semilla de mostaza y la levadura (o sea, desde abajo) muestran como desde la humildad el reino de Dios alcanza su plena realización.  
Es por esto que la Iglesia, como agente del Reino, debe encarnar esta humil-dad como estrategia política contracultural a la pos-modernidad, colocando este tema en su agenda actual, que no sólo es una materia pendiente, sino y peor aún, vista la humildad como una posición de debilidad contraria a su necesidad de mostrarse como poder real en el mundo, aunque los discursos piadosos desde los púlpitos digan lo contrario. La humildad según el Evan-gelio es entendida como una capacidad que incorporan los seres humanos mediante la convicción de ser, tanto la persona como los colectivos de las mismas, un eslabón y no la cadena, y también el mismo Evangelio y las cartas pastorales ven a esta condición como un signo de madurez impres- cindible para la credibilidad del cristiano y del cristianismo en el mundo, aunque se perciba en estas parábolas el absurdo, que es para el mundo exitista de hoy, decir que mientras más pequeño y oculto se es, más grande y más nombrado se llega a ser.
Este principio no sólo vale para la religión sino también para cualquier acti-vidad humana que quiera ser trascendente a intereses sectoriales, en especial la ciencia, y esto es así porque precisamente los grandes logros humanos universales se dan no en la soberbia de la autonomía, sino en la humildad de la interdependencia. Desde esta lectura pues, una primera cosa para la Iglesia hoy es convencerse de la humildad como poder realizador del Reino de Dios y su justicia
En cuanto al porqué de la Iglesia en el mundo, la resolución que hace Jesús en las dos parábolas nos responde con las figuras de los pájaros y sus nidos que encuentran amparo en la semilla ahora árbol, y la de la masa que por la levadura llega a pan para que sea abundante para los hambrientos de la casa.
En este sentido, la Iglesia que se descubre humilde servidora de Otro mundo posible mediante la práctica de la justicia restaurativa del Reino de Dios, no puede dejar de ser una comunidad con una visión realista del mundo de exclusión y hambre en el que vive, e interactuar, como Jesús, con los sujetos de la liberación de estas injustas realidades, lamentablemente ya naturaliza-das, que son los propios excluídos, haciéndose como una con ellos sembran-do “mostaza” de ecumenismo liberador y poniendo “levadura” de dignidad y DDHH en la masa inerte.
No hay nada más liberador para los expulsados por la sociedad de clases, que esta propia sociedad redimida los invite de nuevo al camino, y les de un lugar en la mesa de la comensalía universal. Introducir esta semilla y leva-dura redentora en la sociedad de nuestro tiempo, es tarea de la religión.
Decíamos que el texto de hoy también le indica a la Iglesia el para qué de su razón de ser en el mundo y lo hace simplemente con la frase “así se cumple lo profético”.
Para Jesús y los judíos de su tiempo, y debiera serlo para la fe cristiana organizada institucionalmente en la Iglesia, el profetismo es como la polí-tica para los griegos, la disciplina capaz de organizar al pueblo para la con-vivencia en justicia y paz. Es decir que cuando el nazareno usa las parábolas está haciendo profetismo (cultura política) entre aquellos que por excluídos no se creen sujetos de derecho, y esto nos convoca a su imitación para que siga “cumpliéndose lo profético” en nuestro mundo necesitado de una sociedad verdaderamente democrática, acogedora y solidaria, incapaz de aceptar la intemperie y el hambre de nadie en el mundo.
Que el Espíritu inspire en la Iglesia las preguntas del como, porqué y para qué de la voluntad divina, a fin de despertar la búsqueda de respuesta en el maravilloso Evangelio del Reino de Dios. Así sea

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