domingo, 31 de julio de 2011

Mateo 13, 44-52 (23/07/11)

Hola a todos, con una nueva legalidad construida desde la justicia restaurativa propia del Reino de Dios, OTRO MUNDO ES POSIBLE
Manolo

Mateo 13, 44-52
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: - «El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.
El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.
El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran.
Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separa-rán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.
¿Entienden bien todo esto?»
Ellos le contestaron: - «Sí.» Él les dijo:
«Ya ven, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo

Reflexión pastoral
La comunidad de Mateo trasunta en el Evangelio que está en franca reivindicación del profetismo mediante la catequesis de los militantes cristianos, tratando de forjar convicciones ancestrales que les de a estos una moral religiosa distintiva que marque claramente una crítica a la devaluación del sentido de la religión que han hecho los dirigentes judíos contemporáneos de Jesús de Nazareth.
Así pues el Evangelio de hoy tiene una lectura previa e imprescindible del Antiguo Testamento para comprender el significado de la catequesis de la Iglesia sirio-pales-tinense primitiva, acerca del proyecto profético de Jesús y que enraizado en la histo-ria de Israel desde la perspectiva de los oprimidos, promueve una religión liberado-ra.
Para los profetas del Israel primitivo, la religión era el espacio donde se sostenían obligatoriamente las ideas emancipatorias del pueblo pobre y oprimido. Un texto clásico para esta concepción es el de Exodo 5:1 que dice: “Moisés y Aarón fueron a decir al Faraón: Así habla el Señor, el Dios de Israel: Deja partir a mi pueblo, para que celebre en el desierto una fiesta en mi honor”, y uno siguiente que argu-menta que no se puede practicar la religión de Yavé estando en cautiverio: “El Dios de los hebreos vino a nuestro encuentro, y ahora tenemos que realizar una mar-cha de tres días por el desierto para ofrecer sacrificios al Señor, nuestro Dios. De lo contrario él nos castigará con la peste o la espada”, es decir que el pueblo cre-yente en Yavé no podía ni debía practicar su religión en condiciones de opresión, ya que hacerlo así demostraba que el Dios del pueblo dejaba de ser el Dios de dioses y Señor de señores soberano y libre.
Ya en tiempos de Jesús se ve que los dirigentes religiosos enquistados en el templo, lejos de la interpretación veterotestamentaria, usan la actividad religiosa para poner-la al servicio de un status quo que los beneficia como casta (especialmente los sadu-ceos como ideología dominante y aristocrática) con muy buenas relaciones con el Imperio Romano, en tanto y cuanto contuvieran el avance de manifestaciones y revueltas populares de la resistencia contra  Roma. El tema impuesto por esta aristo-cracia es la perspectiva sacerdotal desde la cual el tema de la pureza ritual es la llave para ser aceptados y favorecidos por Dios, ya que este cumplimiento riguroso hará mover el poder de Dios, que a la larga (en el cielo), como premio a esta disciplina sacramental traerá la liberación de manera portentosa y mágica.
Para Jesús, que ha sido instruido en una casa donde el Exodo era leído en clave pro-fética, un movimiento reivindicatorio del profetismo es esencial, y por el da la vida.
El espíritu de este Jesús histórico se encarna en las comunidades primitivas mediante la catequesis que interpreta sus parábolas en estos términos: La religión es valiosa cuando se  descubre su verdadero sentido, y este no es otro que la instauración del Reino de los cielos y su justicia por parte de la humanidad que cree que Otro mundo es posible. Díganme si no va en esta dirección la afirmación de Santiago en su epístola: “La religiosidad pura y sin mancha delante de Dios nuestro Padre, consiste en ocuparse de los huérfanos y de las viudas cuando están necesitados”
Desde aquí entonces, encarnar hoy a Jesús histórico por parte de la Iglesia es poner-se al hombro esta reivindicación siempre necesaria de lo religioso como espacio para la espiritualidad profética (política, para la civilización occidental). Esta actitud y acción reivindicatoria son, en las parábolas jesuánicas de hoy, concretamente “ven-der todo lo que se tiene para comprar  lo inigualable” o “escoger entre lo valioso lo más valioso, y quedarse sólo con ello”.
Una advertencia importante es saber que el reverdecer de lo religioso que está ope-rando hoy según la sociología en todo el planeta, no necesariamente lo es en el sen-tido de nuestra reflexión sino todo lo contrario, porque lo que está aconteciendo es la construcción una religiosidad reformista a-histórica, escapista de la realidad y del sálvese quién pueda, que defenestra lo político por sucia mundanalidad.
Invitémonos todos los creyentes a socializar los intentos reivindicatorios que desde las bases, como las comunidades cristianas primitivas, van descubriendo el fenóme-no religioso nuevo como una herramienta de emancipación de los mitos del sistema
capitalista dominante, dejando atrás (“vuelven al mar lo pescado sin valor”), o abandonando la religión alienante de los “neo-saduceos”, y nos constituímos en en-tendidos intérpretes de la realidad desde la perspectiva de la justicia restaurativa del Reino de Dios. Hagámonos “ateos de lo religioso alienante” seamos militantes de la “religión que emancipa y libera”, eso es ser cristiano. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario