viernes, 2 de diciembre de 2011

Mateo 25,31-46 (19/11/11)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.
Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme." Entonces los justos le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?" Y el rey les dirá: "Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis."
Y entonces dirá a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, id
al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de deber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis." Entonces también éstos contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?" Y él replicará: "Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo." Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna."

Reflexión pastoral
La comunidad de Mateo expone aquí la visión escatológica de Jesús que evidentemente está dominada por la tradición judía del advenimiento de un juicio final ya no sólo individual, como en la parábola de los talentos del domingo pasado, sino del juicio en su faz política (“las naciones”).
Lo mesiánico-escatológico era un discurso propio de los profetas para llamar la atención urgente sobre “pecados” que las dirigencias ocultaban pero que Dios, por medio de sus enviados, los visibilizaba con el fin de que se los tratara como asuntos importantes y materia de pronta acción reparadora.
En materia teológica lo original de la presente metáfora del juicio a las naciones es desde que lugar el juez juzga a estas organizaciones, lo hace desde la humanidad perfecta identificada en el texto como El Hijo del Hombre, y esto tiene un gran significado, pues la autoridad divina solo reclama de acuerdo a su encarnación en Jesucristo. Es como si Jesús estuviese diciendo que en el juicio los elementos que jugarán son exclusivamente humanos sin exigirse comportamientos divinos. Un ejemplo de esto podría ser que en el tema del hambre de los pobres, uno de los pecados juzgados, la divinidad le reclamara a la sociedad humana no haber hecho llover más sobre los campos para aumentar la producción de trigo y así evitar ese hambre, no es por no hacer lluvia que las naciones son juzgadas y condenadas sino por no tener una política solidaria de reparto equitativo y sin especulaciones de lo que Dios hace producir con aquellos instrumentos que son de su exclusiva responsabilidad (tierra-agua-sol). Es imposible decir esto sin hacer referencia al conocido texto de la alimentación de los cinco mil, cuando Jesús ordena casi absurdamente a sus discípulos “denles ustedes de comer (a cinco mil en el desierto) buscando, también entre ustedes, lo que hace falta”, como un anticipo de esta metáfora que estamos considerando, no les pide hacer maná como dioses, sino todo lo que está al alcance de ellos como humanos.
Como con el hambre la sociedad humana organizada políticamente tiene la responsabilidad de que la satisfacción solidaria y equitativa de todas las necesidades básicas humanas sean una urgencia permanente para que alcancemos la ansiada paz, que es Dios mismo entre nosotros o lo que es lo mismo nosotros en el Reino de Dios.

3-Oración Ecuménica
- Por la Iglesia de Jesús, para que siga siempre los pasos de aquél que no vino a ser servido sino a servir, roguemos al Señor...
- Por todos los que ejercen poder y autoridad en este mundo, para que, como quería Jesús, acepten el poder como la herramienta que permite un servicio más universal y más eficaz para la igualdad, roguemos al Señor...
- Por las religiones que todavía hoy pretenden estados confesionales, santas cruzadas o repúblicas religiosas, en las que estas imponen a la sociedad la "realeza" de un Dios intolerante y uniformizador: para que comprendan que Dios es amor y pluralidad, y que está contra toda manipulación de su nombre, roguemos al Señor...
- Para que Jesús, el que "pasó haciendo el bien" y "se humilló pasando por uno de tantos" sea nuestro modelo, nuestro guía y -en ese sentido, sí- nuestro rey y nuestra fuerza en la "militancia" por el Reino de Dios, roguemos al Señor...
- Para que los cristianos, y especialmente los teólogos, entremos cada vez más en el nuevo paradigma del diálogo de las religiones, para que siempre sospechemos desconfiadamente de todo planteamiento cristocéntrico que venga a reducirse de hecho en un planteamiento eclesiocéntrico, roguemos al Señor...
Oh Dios que quisiste fundar todas las cosas en tu amor universal a todos los Pueblos, y en tu comunicación multiforme e inefable con todos ellos. Haz que toda la Creación y la Humanidad , unidas por el Cuidado mutuo y el Diálogo, logre la plenitud del Amor hacia el que siempre le has estado atrayendo. Tú que vives y estás presente en todos los pueblos y religiones desde siempre y para siempre. Amén.
Dios, Padre nuestro, que quieres que en nuestra vida nos veamos libres de toda esclavitud y que luchemos para liberar a los oprimidos, haciendo así presente tu Reino entre nosotros, te pedimos que guíes nuestros pasos para que construyamos un mundo en el que todos vivamos como hermanos, como auténticos hijos tuyos, en paz, en justicia y en libertad. Por Jesucristo.
Dios nuestro y de todos los Pueblos, Tú que, de un modo u otro, esperas a la Humanidad revestido de todos los nombres, por los caminos de todas las religiones; haznos comprender que Tú no quieres encomendarnos una evangelización que someta a los pueblos, ni que arranque culturas y religiosidades, sino un diálogo que promueva el Amor y la Justicia , la Verdad generosa y la Vida para todos y todas. Tú que vives y estás presente en todos los pueblos y religiones desde siempre y para siempre. Amén.
 

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