viernes, 2 de diciembre de 2011

Marcos 13,33-37 (26/11/11)

En aquel tiempo, dijo Jesús sus discípulos: "Miren, vigilen: pues no saben cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velen entonces, pues no saben cuando vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y los encuentre dormidos. Lo que les digo a ustedes lo digo a todos: ¡Velen!"

Reflexión pastoral
Desde mi perspectiva el tiempo de Adviento es un llamado a la Iglesia a mantener en cada persona la expectativa de la plena realización humana que en Jesús (Hijo del Hombre) tiene su paradigma, medida y luz, y que si la religión cristiana no aspirara a que los seres humanos sean concientes de este objetivo faltaría a su razón de ser, manifestando así su condición de “dormida”.
Mantener vigente el Adviento no sólo unas semanas al año, desde el pensamiento de Jesús según Marcos, es una responsabilidad eclesial insoslayable, es decir de “despiertos” en términos de la parábola de hoy, y que en la práctica significa trabajar, mediante el Evangelio, en buscar que la identidad espiritual del ser humano se despierte en cada uno/una como potencia que le permita a este/a su plena realización de “imagen y semejanza de Dios”.
En palabras del apóstol Pablo esta idea del hombre nuevo se sintetiza con la afirmación: “el que está en Cristo nueva criatura es, las cosas viejas pasaron he aquí todas son hechas nuevas”, entonces, vivir en Adviento es tener inundado el mundo con la esperanza de la “Nueva Humanidad” a causa de la encarnación de Dios en Jesús, el Hijo del Hombre, que es horizonte o plenitud de justicia restaurativa práctica y solidaridad real, basadas la una y la otra en la capacidad, don del Padre, para el amar-ágape. Tanto la justicia restaurativa como la solidaridad real son la espiritualidad que se requiere, identidad esta sólo posible en la humanidad, para poder construir un mundo de paz.
Para Jesús la mejor señal de fe en su pronta llegada que podemos hacer es mantener vivo el kairós (oportunidad) de la gracia divina (el padre del pródigo en el camino expectante por el regreso del hijo) para la conversión (“he pecado contra el cielo y contra ti”) y el nuevo nacimiento (“pónganle  anillo en su mano”), disparados estos en cada ser humano por el anuncio que el Reino de Dios y su justicia aquí y ahora es responsabilidad de cada cuál ( jornaleros en la casa del Padre) y que asumirla es entrar en el camino de la salvación (tienen abundancia de pan).
Que desafiante y demandante es el llamado de Jesús a sus discípulos a despertarse y despertar en todos/as una conciencia que se haga cultura global: “serán imagen y semejanza de Dios o no serán nada”,  ser así sólo lo podemos llevar a cabo los seres humanos sellados con la impronta divina. Transcribo a continuación parte de la reflexión de fray Marcos sobre el texto que nos ocupa: La humanidad vive un constante adviento, pero no por culpa de un Dios cicatero que se complace en hacer rabiar a la gente obligándole a infinitas esperas antes de darle lo que tanto ansían. Estamos todavía en Adviento, porque estamos dormidos o soñando con logros superficiales, y no hemos afrontado con la debida seriedad la existencia. Todo lo que espero de fuera, lo tengo ya dentro.
 “Mirad, Vigilad”. Para ver no sólo se necesita tener los ojos abiertos, se necesita también luz. No se trata de contrarrestar el repentino y nefasto ataque de un ladrón. Se trata de estar despierto para afrontar la vida con una conciencia lúcida.
 Se trata de vivir a tope una vida que puede trascurrir sin pena ni gloria. Si consumes tu vida dormido, no pasa nada. Esto es lo que tendría que aterrarme; que pueda trascurrir tu existencia sin desplegar las posibilidades de plenitud que te han dado.
 La alternativa no es salvación o condenación. Nadie te va a condenar. La alternativa es o plenitud humana o simple animalidad.

3-Oración Ecuménica
Por la Iglesia , para que dé testimonio de la Utopía del Evangelio y anime con su esperanza a todas las personas. Oremos.
- Por todas las situaciones de injusticia, explotación y violencia en que viven muchas personas, para que confrontemos con ellas nuestra esperanza. Oremos.
- Por todas las personas de buena voluntad, por los sencillos, por los hijos del pueblo, para que nunca caigan en la trampa de renunciar a la utopía y a la esperanza. Oremos.
- Por todos los que nos preparamos a celebrar la Navidad , para que lo hagamos sobre todo en la transformación de nuestro corazón y nuestra vida. Oremos.
- Por los obreros y campesinos, por los emigrantes, por los pueblos del tercer mundo, para que dejen de ser las víctimas del progreso y el bienestar de los países ricos y poderosos. Oremos.
- Por todos nosotros, para que respondamos a la llamada a estar vigilantes, no para bien morir sino para bien vivir. Oremos.
- Oh, Misterio inefable que sustentas el Ser y la Vida , al cosmos y al ser humano dentro de él: acoge nuestro deseo de caminar por la vida confiados en la bondad primordial de tu iniciativa, que nos antecede y supera, y en la que queremos tener el coraje de cifrar nuestra esperanza a pesar de todos los signos de desesperanza que nos rodean. Te presentamos la expresión de nuestros sentimientos más profundos. Acógela. Amén.
Dios, Padre nuestro, al comenzar un nuevo Adviento te pedimos que avives nuestra fe, fortalezcas nuestra esperanza y consolides nuestro amor, de modo que podamos celebrar con verdadero gozo el nacimiento de tu Hijo Jesucristo. Amén
 

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