lunes, 7 de noviembre de 2011

Mateo 23,1-12 (29/10/11)

En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo: "En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: hagan y cumplan lo que les digan; pero no hagan lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos atan fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros.
Ustedes, en cambio, no se dejen llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos ustedes son hermanos. Y no llamen padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No se dejen llamar consejeros, porque uno solo es vuestro consejero, Cristo. El primero entre ustedes será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido."

Reflexión pastoral
Permítanme parafrasear el Evangelio en clave actual.
“En este tiempo y como ha sido su permanente costumbre, Jesús acompañado por sus discípulos que se dicen llamar La Iglesia, se mezcló con la gente común como él, sin distingo de raza, nacionalidad, ni religión, que indignada salió a ocupar las calles para manifestar su estupor porque la política, como herramienta de la demo-cracia, se ha doblegado ante la codicia egoísta del poder financiero, que para mantener sus obsenos privilegios, invocando al sistema de libre mercado como un dios, demanda los más crudos sacrificios de los anónimos de la tierra.
Luego de observar a las multitudes y haber escuchado todos los discursos que le precedieron manifestó su opinión, avalada por una vida totalmente consagrada a producir una verdadera transformación humana que permita a los excluídos del sistema, ser considerados en sus derechos inalienables, según la naturaleza de criaturas de Dios.
Dijo Jesús pues a la multitud: -El poder financiero se ha sentado mediante el soborno en donde debería estar la política cumplimentando las constituciones de los países para responder al pueblo, que democráticamente elige a sus representantes para que defiendan el interés común, sin permitir la supremacía de un sector sobre otro porque esto crea injustamente una brecha entre opresores y oprimidos, ricos y pobres. Esta abdicación hace que los que gobiernan sean tan responsables de los actuales sufrimientos de los pueblos como lo es la inescrupulosa mafia financiera usurpadora.
Fíjense en los discursos políticos llenos de buenas intenciones y como hacen alarde de una palabra sagrada a la que han vaciado de contenido: LIBERTAD, entendida por el libre mercado como el “hacer lo que me conviene en la vida según la cuota de poder que tengo”, dejando que los demás, según “su poder” ejerzan esa misma libertad, algo así como lo expresa el dicho popular “la libertad del zorro en el gallinero”. Lo peor de todo es que “hombres de negocios” y políticos que confiesan ser religiosos diciendo que esta manera de ver la libertad viene de parte de Dios, interpretando la Biblia y  otros libros sagrados en clave individualista. Muchos al jurar sus cargos y profesiones poniendo su mano derecha en estos libros, hacen un signo de disposición a cumplir con lo que estos mandan, pero con una serie de argumentos falaces cambian totalmente el sentido, como por ejemplo “ respetar la libertad es también permitir a los oprimidos elegir morir o por hambre, o enfermedad curable, o por frustración, o por insatisfacción de sus necesidades básicas”.
Esto que digo es tan calamitoso que no puedo menos que advertirles a ustedes que forman este movimiento de “indignados”, uno de los cuales soy yo mismo y mis discípulos aquí presentes en diálogo con ustedes, que cuando se alcance la liberación de semejante perversión no nos vaya a pasar lo mismo que los terratenientes del mundo están haciendo en Libia, que mediante sofisticadas incursiones, bombardean a un régimen opresor para instaurar otro peor, y para colmo extranjero, argumentando hacerlo en nombre de los DDHH. A ver, estos derechos está muy bien que sean DEFENDIDOS como dicen estos hipócritas, lo que sí, ni se les ocurra es hacerlo como ellos lo hacen, por medio de la atroz guerra que en realidad nada tiene de defensa de ninguna persona sino destinada a dominar un espacio que tiene recursos naturales esenciales para la LIBERTAD de los que tienen el dinero, el poder y las armas.
Sean ustedes a la hora de planificar el futuro, sinceramente democráticos y nadie diga ser dueño de la verdad protegiendo la propiedad privada, porque no es así en el plan divino sino tal como lo concibe nuestra legislación mosaica, nadie quiera tampoco establecer un sistema sólo reformado del caído, como pasó con el muro de Berlín que permitió a unos “oprimidos del otro sistema” a ser “oprimidos del actual”.
Les vendría muy bien recordar la historia del pueblo hebreo cuando se emanciparon con la ayuda de Yavé de los egipcios, y que a la hora de autodeterminarse cometieron los mismos pecados de aquellos que los oprimieron por siglos, por lo cual Yavé, previa advertencia profética no escuchada, los condujo de nuevo al cautiverio.
Me preguntaran que sistema nos garantizaría vivir en verdadera igualdad sin opresores ni oprimidos, pues se los voy a decir una vez más, empezando por describir que sistema NO puede alcanzar el objetivo de la fraternidad y paz universal, porque se anda diciendo por allí que con dotar al “capitalismo de rostro humano” la paz sería posible,¡NO, NO, NO!, en mi manera de ver la única salida es lo que los profetas de la antigüedad vienen preconizando y yo anuncio hoy :-El Reino de Dios es quien garantiza la justicia y la paz ¡búsquenlo! y todo lo que quieren lograr en materia de DDHH, democracia real y duradera será consecuencia directa y a cortísimo plazo de la puesta en marcha de ese plan de Dios siempre vigente. Y una sola cosa más, no se la crean como los soberbios de hoy que no saben como detener el juicio que se les viene encima, sean humildes ¡bájense del caballo! y el Padre Dios hará el resto.
Recuerden INDIGNADOS de hoy, dirigentes del Otro mundo posible mañana lo del profeta Malaquías y su oráculo acerca de la sumisión a la voluntad del Creador: "Yo soy el Gran Rey, y mi nombre es respetado en las naciones -dice el Señor de los ejércitos-. Y ahora les toca a ustedes, sacerdotes. Si no obedecen  y no se proponen dar gloria a mi nombre -dice el Señor de los ejércitos-, les enviaré mi maldición. Se apartaron del camino, hicieron tropezar a muchos en la ley, invalidaron mi alianza con Leví -dice el Señor de los ejércitos-. Pues yo los haré despreciables y viles ante el pueblo, por no haber guardado mis caminos, y porque se fijaron en las personas al aplicar la ley. ¿No tenemos todos un solo padre? ¿No nos creó el mismo Señor? ¿Por qué, pues, el hombre despoja a su prójimo, profanando la alianza de nuestros padres?" 

   3-Oración ecuménica-
- Para que en la Iglesia reinen siempre la unidad, la caridad mutua, el servicio de unos a otros, el estar siempre a disposición de los que nos necesiten. Oremos.
- Para que todas las personas y naciones de la tierra puedan servir a Dios en la paz universal, en la justicia restaurativa y en la dignificación de cada ser humano. Oremos.
- Para que todas las personas que sufren en su cuerpo o en su espíritu encuentren esperanza en el amor de Dios Padre y consuelo en la solidaridad de los hermanos. Oremos.
- Para que conozcamos cada día más y mejor la Palabra de Dios y ella nos vaya renovando y transformando. Oremos.
- Para que todos los gobernantes sean conscientes de su condición de servidores del pueblo y cesen los autoritarismos, las dictaduras y las oligarquía haciendo la democracias sólo formal. Oremos.
Dios, Padre nuestro, haz que nuestro corazón esté cada día más abierto a tu Palabra, para que nuestra vida sea cada vez más conforme a lo que Tú nos dices, y así caminemos siguiendo tus pasos y vayamos construyendo, con tu ayuda, tu Reino entre nosotros, hasta el día en que Tú nos lo regales en toda su plenitud. Por Jesucristo.

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