lunes, 7 de noviembre de 2011

Mateo 22,15-21 (15/10/11)

En aquel tiempo, se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta. Le enviaron unos discípulos, con unos partidarios de Herodes, y le dijeron: "Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad; sin que te importe nadie, porque no miras lo que la gente sea. Dinos, pues, qué opinas: ¿es lícito pagar impuesto al César o no?" Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús: "Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto." Le presentaron un denario. Él les preguntó: "¿De quién son esta cara y esta inscripción?" Le respondieron: "Del César." Entonces les replicó: "Pues pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.”

Reflexión pastoral
De ninguna manera es posible desde esta célebre frase “Dad al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios” dictar el principio de que la política está fuera de la órbita del interés divino, como hay una muy extendida interpretación religiosa espiritualista purista, que con ella justifica el desinterés porque la religión haga también ciudadanía humana reclamando liberación, justicia y paz ya que la política se la cree contraria a la voluntad de Dios, mundana y por lo tanto pecaminosa (“la política es sucia y la religión es pura”)
No se puede hacer esto porque debemos entender que Jesús contesta lo que contesta como forma de no decir nada, frente a una pregunta totalmente capciosa que no tiene sinceridad ni interés por saber que es lo justo, sino que procura hacer entrar al interrogado en una trampa verdaderamente mortal.
Es evidente como el maestro nazareno, en franco enfrentamiento con quienes lo están persiguiendo para hacerlo caer, devuelve una vez más en contra de sus per-seguidores la trampa, cuando les pide una moneda del César, ya que él como buen judío no la tiene, mostrando así un verdadero signo de resistencia al imperio opresor del pueblo de Yavé muchas naciones más, mientras que ellos sí la tienen (“le mostraron el denario”) que sin ningún prurito, e ingenuamente la enseñan sin darse
cuenta que se condenan solos a la vista de todos, como traidores a su identidad.
Además de la razón anterior hay otra no menos contundente, la sentencia pronuncia-da, que divide servicio humano entre el César y Dios, está completamente viciada porque da a entender que las personas somos deudores de Dios sólo en parte, algo que el propio Jesús contradice a lo largo de todo su ministerio profético radical, al exigir de quienes lo escuchan, judíos o no, absoluta lealtad a Dios, poniéndose él mismo de ejemplo.

El gran mensaje de este texto es, para mí, el hecho claro de Jesús resistiendo de manera práctica al imperio opresor no prestándose al uso del denario romano por ser este el mayor signo de esclavitud consentida por parte del oprimido.
Es evidente que el gesto magistral de Jesús tiene una sorprendente actualidad para quienes nos decimos cristianos constructores de Otro mundo posible, especialmente para aquellos que tienen un discurso inmaculadamente religioso de confianza en Dios, pero que a cada rato juntan dólares en el colchón “por si la moscas”; no quedan exentos los que no lo hacen porque no pueden, sino sólo los que aún pudiendo no lo hacen, ni en dólares ni en ninguna otra cosa que sea símbolo del sistema capitalista opresor como es el consumismo acaparador, porque piensan como Jesús que si  se cree en el Reino de Dios y su justicia como sistema sin opresores ni oprimidos, ni ricos y pobres esta idea hay que hacerla práctica aquí y ahora no prestándose a ser funcional al sistema causante de la desigualdad.

Para que la utopía del Reino sea realidad debemos comenzar por resistir los mitos que ha creado el sistema para encubrir la esclavitud a la que somete poniendo dinero en el bolsillo y vendiéndonos la idea de que tenerlo nos hace libres para elegir, esta resistencia la podría sintetizar con la frase “devolvámosle al sistema sus símbolos  de dominación y entreguémonos al Reino de justicia de Dios para ser verdade-ramente libres y plenos”.
Reconozco que esto es fácil decirlo y muy difícil practicarlo, pero valga el ejemplo de los primeros cristianos del relato lucano de Hechos de los Apóstoles, que tantas veces hemos actualizado para evidenciar prácticas comunitarias contraculturales a la hegemonía imperial romana. “La multitud de los fieles tenía un solo corazón y una sola alma. Nadie consideraba como propios sus bienes, sino que todo lo tenían en común. 33 Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con gran poder, y aquél era para todos un tiempo de gracia sin igual.
Referencias versículo 3434 Entre ellos ninguno sufría necesidad, pues los que poseían campos o casas los vendían, traían el dinero
Referencias versículo 3535 y lo depositaban a los pies de los apóstoles, que lo repartían según las necesidades de cada uno.
Referencias versículo 3636 Así lo hizo José, un levita nacido en Chipre, a quien los apóstoles llamaban Bernabé (que quiere decir: “El que conforta”).
Referencias versículo 3737 Éste vendió un campo de su propiedad, trajo el dinero de la venta y lo puso a los pies de los apóstoles”. Amén

3-Oración ecuménica-
- Por toda la comunidad eclesial, para que viva el Evangelio no como escuela diplomática sino como un lenguaje claro de «sí» o «no». Oremos.
- Por todos los que aún sufren el problema del desempleo, para que, con la solidaridad y generosidad de todos, encuentren trabajos dignos y bien remunerados. Oremos.
- - Por todas las comunidades cristianas, para que vivan su fe con profunda convicción, no sólo de palabra, y la traduzcan en obras. Oremos.
- Por todos los pueblos que viven situaciones de opresión y dictadura, para que encuentren el camino que les lleve a una vida social en paz y solidaridad. Oremos.
- Por todos los educadores: padres, maestros, catequistas..., para que formen a quienes están bajo su tutela en criterios de solidaridad y servicio a las personas. Oremos.
- Por todos y cada uno de nosotros, para que vivamos cada día con más alegría nuestra condición de cristianos, de modo que llevemos a todos, gozo, paz y esperanza. Oremos.
Oh Dios que hiciste que el pueblo de Israel reconociera tu presencia bienhechora en el rey Ciro, más allá de los estrechos límites de su propia etnia y religión. Danos una mirada también amplia y abierta, para reconocer los muchos Ciros –de otras religiones o hasta no religiosos- en los que también hoy podemos descubrir tu oculta presencia bondadosa.  
Oh Dios, Padre nuestro: ayúdanos a entregarnos a ti de todo corazón y a servirte con fidelidad en el prójimo, de modo que vivamos como verdaderos hijos tuyos y como hermanos de todas las personas. Por Jesucristo.

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