lunes, 6 de junio de 2011

Juan 14:1-12 (21/05/11)

1 «No se turben; crean en Dios y crean también en mí. 2 En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. De no ser así, no les habría dicho que voy a prepararles un lugar. Referencias versículo 33 Y después de ir y prepararles un lugar, volveré para tomarlos conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes. 4 Para ir a donde yo voy, ustedes ya conocen el camino.»
5 Entonces Tomás le dijo: «Señor, nosotros no sabemos adónde vas, ¿cómo vamos a conocer el camino?» 6 Jesús contestó: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. 7 Si me conocen a mí, también conocerán al Padre. Pero ya lo conocen y lo han visto.»
8 Felipe le dijo: «Señor, muéstranos al Padre, y eso nos basta.» 9 Jesús le respondió: «Hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conoces, Felipe? El que me ve a mí ve al Padre. ¿Cómo es que dices: Muéstranos al Padre? 10 ¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Cuando les enseño, esto no viene de mí, sino que el Padre, que permanece en mí, hace sus propias obras.
11 Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanme en esto; o si no, créanlo por las obras mismas. 12 En verdad les digo: El que crea en mí hará las mismas obras que yo hago y, como ahora voy al Padre, las hará aún mayores.

Reflexión pastoral
La orfandad que se viene para los discípulos de Jesús, a causa de la crucifixión y muerte de este, es el tema del relato evangélico.
La condición de huérfano aquí está referida a la carencia de conduc –ción del proyecto profético.   
Porque este estado (orfandad) es un mal que hay que evitar se instale en la vida de una persona, o en una comunidad de ellas, es que Juan va a resaltar el modo en que Jesús acomete este desafío de impedir que los discípulos la experimenten y provoque la temida dispersión.
Cuando Jesús habla en esta última pascua judía con sus amigos, está pensando en el futuro del proyecto Reino de Dios y su justicia, iniciado por los profetas del antiguo testamento, y que él ha reivindicado con gran fuerza caminando por las aldeas y ciudades de la Palestina. Este porvenir del proyecto está ligado indefectiblemente a los militantes que participan con él en esta celebración tan significativa de los judíos, por lo tanto es menester que estos vivan el momento de su desaparición física con tristeza momentánea, pero no con desesperación.
Son varios los principios indubitables que plantea Jesús hay que incorporar, mediante la fe, en la vida militante para no ser vencidos por la desesperación. El primero de estos, expresa que: “en la casa (cosmos) del Padre (creador y monarca) hay lugar suficiente”, metáfora con la cual se describe al cosmos (según los salmos y otros escritos veterotestamentarios) como lugar apto para la construcción del proyecto profético. En seguida se da el segundo principio: “voy a preparar lugar para ustedes” que para nada significa lugares celestiales de disfrute, sino concretar el permiso de Dios para que los militantes sean autorizados a participar, con las leyes del Reino en la mano, de la construcción del “Otro mundo posible”.
Seguidamente viene la metáfora del camino, con la cual el Maestro se proclama arquitecto (mandante de los militantes) de esta construcción, calmando la ansiedad de Felipe, al verse desprovisto (huérfano)  objetivamente del paso a paso para el logro de la misión encargada.
El autoproclamado arquitecto profundiza su autoridad a la máxima expresión cuando plantea el principio: “el que me ve a mí (arquitecto) ve al Padre (arquitecto)” asegurando así que la habilidad constructiva de los militantes se logra con sólo hacer memoria de él a cada paso.
Aunque no es una originalidad decir que otra vez Jesús muestra su autoestima como ejemplo a seguir, como la gran receta contra la desesperación de los militantes inseguros de sí mismos, lo hago porque debemos redescubrirnos todos los seres humanos seguidores de la justicia restaurativa y la paz, como capaces de  las más grandes transformaciones en el aquí y el ahora con sólo hacer concreta la mística de la fe en Jesucristo resucitado y ascendido, que sigue trabajando mediante su Espíritu, para que percibamos el propósito del reino de los cielos  muy cerca de nosotros, de tal manera que toda tarea que llevemos a cabo por él, tiene el beneplácito (logrado por Jesús a favor nuestro) de Dios el Padre.
Tengo la sensación que las pastorales en la Iglesia del Señor padecemos de desconfianza en que la comunidad de fe en Jesús histórico deba estimarse como agente del Reino de Dios y su justicia para hablar y discutir la política, la economía, los DDHH, la sostenibilidad del planeta, el hambre y los tantos temas que hacen a la vida de los seres humanos, y que por eso hay que dedicarse al entretenimiento con propuestas metafísicas (así conciben los poderosos la religión) como herramientas de escape individual y grupal del sin sentido en el aquí y el ahora. ¡Ojalá! nos demos cuenta que Jesús trabaja delante del Padre abogando por nosotros como militantes de su proyecto de justicia y paz para hoy y aquí; ¡no lo defraudemos!

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