miércoles, 31 de agosto de 2011

Mateo 16, 21-27 (27/08/11)

En aquel tiempo, empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resuci-tar al tercer día.
Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: - «¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte.»
Jesús se volvió y dijo a Pedro: - «Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios.»
Entonces dijo Jesús a sus discípulos:
- «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a si mismo, que cargue con su cruz y me siga.
Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará.
¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, sí arruina su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla?
Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta.»

Reflexión pastoral
La vida de Jesús era para las comunidades cristianas sirio-palestinenses primitivas el paradigma militante al cual recurrir para la animación de los bautizados que se su-maban a las acciones del movimiento  jesuánico, tendientes a confrontar con el poder religioso-político del templo. No debemos olvidar el celo de las comunidades por mantener la identidad que los caracterizaba en la sociedad, como un movimiento emancipatorio de las estructuras del templo de Jerusalem, que se habían pervertido de su sentido original ancestral. Esta necesidad por mantener la identidad hacía que las reglas eclesiales establecidas, las cuales debían respetar todos los bautizados de manera radical, tuviesen origen en el creador del movimento, Jesús de Nazareth, quién Resucitado, se había constituído de Hijo del Hombre en el Hijo de Dios, por lo tanto en autoridad  indiscutida más allá de cualquier humano, razón por la cual sus palabras, signos y señales, registrados en el Evangelio, pasaron a ser considerados Revelación de Dios encarnada.
Esta jerarquía, desarrollada en la introducción juanina al cuarto Evangelio (“En el principio era el Verbo y el Verbo era con Dios y el Verbo era Dios”), nos llega hasta hoy y hace a los dichos y signos jesuánicos, veredicto en la vida eclesial. Con esta responsabilidad hoy, toda pastoral tiene el desafío, como los apóstoles en las comunidades primitivas, de insistir en mantener los rasgos fundamentales de la Iglesia, sólo a partir de los dichos de Jesús marcados en los evangelios, como estrategia de visibilizar en el mundo contemporáneo que el proyecto de Jesús sigue siendo el eje central del mensaje y la acción eclesial.
En este sentido la lectura del Evangelio hoy, una vez más, es un llamado (- «El que quiera venirse conmigo”) a la Iglesia a constituirse en agente de construcción de una revolución pacífica que lleve a la práctica la verdadera justicia, según el proyecto de Jesús, y no que sea un tropiezo para esta. La imagen de Pedro, como figura de la Iglesia, descripta por Mateo es sumamente clara, como este discípulo, no por maldad, pasa de ser elogiado a defenestrado por el Maestro en un mismo momento.
Es evidente que en el vocabulario de Jesús no hay forma de llevar adelante la revolución del Reino de Dios y su justicia sin confrontación con los poderes opresores de ayer (“empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén”) y por esta confrontación, padecimientos (“y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas”), y estos estados el espera se los incorpore como elemento de juicio de la acción eclesial. ¿La acción profética de la Iglesia actual en el mundo genera reacción en los totalitarismos de cualquier signo?, si es sí, vamos bien, si es no somos un problema para la revolución pacífica del Reino.
Para Jesús el no querer la confrontación con los poderes injustos es una tentación que hay que rechazar (“apártate de mi Satanás”) en el fuero íntimo (“ que se niegue a si mismo”), por muy piadoso que suene al oído (“«¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte.»)
Este mensaje del Evangelio viene en un tiempo en que la OTAN hace gala de la más patética hipocresía de “defender los DDHH” en nombre de la “comunidad internacional”. En un tiempo en que la crisis financiera internacional ha chupado liquidez de los trabajadores para salvar el sistema corrupto y mafioso de las hipotecas “basura”, dejando a muchísimos sin empleo y  medios de subsistencia. En un tiempo en que, en el cuerno del Africa, se muere gente, sin más, de hambre a la vez que más cereales se destinan a la producción de bio-combustibles para el voraz “primer mundo”
¿No nos parece necesario “subir a Jerusalem” en nombre de la justicia restaurativa del Reino de Dios y confrontar con los opresores?, pues escuchemos a Jesús: “- «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a si mismo, que cargue con su cruz y me siga.
Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará.
¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, sí arruina su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla?
Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta.»

3-Oración ecuménica.
- Para que guíe a la Iglesia en su misión de anunciar la Buena Noticia a todos los pueblos. Oremos.
- Para que sostenga a las comunidades y a las personas perseguidas por su defensa de los derechos de los pobres y los excluidos. Oremos.
- Para que dé ilusión a los abatidos, esperanza a los que han experimentado el fracaso y ánimo a los defraudados de la vida. Oremos.
- Para que los gobernantes busquen el bien de los pueblos, la justicia y la paz universales por encima de sus intereses parti-distas. Oremos.
- Para que nuestra esperanza en la resurrección sea siempre más fuerte que nuestro miedo a la muerte. Oremos.
- Para que tengamos siempre presente que sólo «gana la vida» quien «la gasta» en el servicio al prójimo. Oremos.
- Para que las religiones del mundo reflexionen sobre el significado de la existencia de las demás religiones, y todas se preparen a un acercamiento y mutua colaboración para construir y salvaguardar la paz del mundo. Oremos
Oh Dios, Amor eterno, que has engendrado a todos los seres y los envuelves en tu ternura materna. Acrecienta en nosotros una actitud de confianza radical en la bondad de la Vida y de la Existencia, para que seamos también creadores de Vida por Amor. Que vives y reinas, y amas y llamas al Amor, por los siglos de los siglos.
Dios, Padre nuestro, llena nuestros corazones de amor a tu voluntad y de una confianza plena en Ti, para que así seamos valientes testigos de la Buena Noticia del Reino en el mundo, como discípulos de tu Hijo no sólo de palabra sino con las obras. Por Jesucristo

lunes, 22 de agosto de 2011

Mateo 16, 13-20 (20/08/11)

Hola a todos, la Oración ecuménica es producida por los Servicios Koinonía y es una aspiración que todos los comprometidos con el Reino de Dios la hagamos.
Manolo

Mateo 16, 13-20
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:- «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»
Ellos contestaron:- «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»
Él les preguntó:- «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro tomó la palabra y dijo: - «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» Jesús le respondió: -«¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.
Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo.»
Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías..

Reflexión pastoral
Este incidente de Jesús en Cesarea de Filipos tiene como característica que de las cuatro versiones canónicas de la vida y obra del galileo, sólo Mateo lo relata. Por lo tanto decimos que tal texto recogido de las palabras pronunciadas por Jesús es una mirada, desde una comunidad, y en un momento particular de esta, tomadas como base de su constitución como Iglesia pos-pascual. (sin la presencia física de Señor)
Por los años en que se escribe este documento, que luego es llamado Evangelio de Mateo, las comunidades de fe en Jesús que se expanden por obra de los evangelistas, van encontrando su sentido en los dichos del ahora Resucitado, pero no todas ellas dan igual importancia a las sentencias jesuánicas de la misma manera. La verifica-ción de esta afirmación podemos  encontrarla en el evangelio de Juan cuando dice que “si se publicaran todas las palabras y gestos de Jesús no alcanzarían las  biblio-tecas para albergar los libros con estos acontecimientos”.

Así es que la pregunta que se hace quién reflexiona el Evangelio es el ¿porqué tal comunidad da relevancia a ciertas palabras y gestos de Jesús? . Esto de hacer pre-guntas continuamente a los textos bíblicos es una práctica hermenéutica histórico-crítica, o exégesis reflexiva a la que debemos aspirar  como método, si es que al acercarnos al texto bíblico lo que queremos es alcanzar a comprender el porqué y para qué de la Iglesia cristiana como espiritualidad o mística para que el Reino de Dios y su justicia (Otro mundo sea posible) sea realidad en el aquí y el ahora.
La comunidad de Mateo en este texto trasunta su propia búsqueda de identidad, a semejanza del propio Jesús ante los discípulos (“¿Quién dice la gente que soy?), con el fin de constituirse en una comunidad militante muy cercana al carácter profético del Mesías (Cristo en griego), en medio ya no sólo de los judíos sino también en las ciudades de cultura greco-romana (Cesarea de Filipos) dando a entender que en el corazón del Mesías el modelo de justicia restaurativa (de las relaciones con Dios, la igualdad entre los humanos, y respeto por la creación) del Reino de Dios, trasciende lo religioso para ser también una propuesta socio-política revolucionaria del sistema de opresores y oprimidos presente tanto en el imperialismo romano, como en las prácticas del templo jerosolimitano.
Desde aquí nos queda que en este tiempo actual, la Iglesia de base, debemos buscar la identidad profética primitiva como testigos=mártires (griego) de que el Reino de Dios y su justicia es garantía de paz real, para un mundo que ha globalizado la legalidad injusta de la sociedad de clases mediante la fuerza de las armas en guerras que arrasan pueblos enteros.
La figura de las llaves del Reino de ninguna manera indican una clase de autoridad sino de apertura al diálogo de aquello considerado hermético y exclusivo (la religión y sus misterios) para debatir la justicia desde la dignidad de criaturas selladas con la la imagen de Dios (imago Dei), y a partir de Jesús reconciliadas con ese Orígen.
Esta es la antropología que incorpora Jesús en la iglesia militante por los DDHH con sus múltiples gestos reivindicatorios entre los considerados “impuros” o no conside-rados (samaritanos, leprosos, niños, mujeres, extranjeros, discapacitados, etc.) .
La comunidad de Mateo entendió el servicio de la llave como diaconía a un mundo necesitado de Dios padre, misericordia y gracia por los excluidos del sistema, pero también juez implacable del sistema de muerte (“tuve hambre y no me dieron de comer”) por lo que sus prácticas (Hechos de los apóstoles)  fueron totalmente coherentes con el discurso construido a partir de la interpretación del gesto jesuánico en Cesarea de Filipos.       
Para ser Iglesia de Jesús hoy tenemos que recuperar  los cimientos  sobre los que el Espíritu Santo edifica (“sobre esta piedra edificaré mi iglesia”) la comunidad de fe, a saber: primero la identidad de la diaconía para que Otro mundo sea posible, según-do encarnando el sentido liberador (“lo que desates en la tierra…”) del Reino de los cielos y del mesianismo de Jesús, en la causa por los DDHH que el mismo nos encarga, y tercero el propósito confrontativo con toda estructura de poder que sólo se ama a sí mismo ("el poder del infierno").
Que el Señor nos ayude,como a la comunidad de Mateo, a encontrar el camino de su justicia para alcanzar la paz, y caminar por él 

 3-Oración ecuménica.
- Para que la Iglesia, con su testimonio, comparta humildemente con los no cristianos su fe y su amor, consecuencia de nuestro seguimiento de Jesús. Roguemos al Señor.
- Para que nuestra sociedad sepa dar a las cosas su justo valor y ponga su confianza sólo en quien de verdad le puede dar la libertad y la vida. Roguemos...
- Para que nuestros gobernantes rechacen toda tentación de prepotencia y todo afán de convertirse en señores de los hombres. Roguemos...
- Para que sepamos reconocer siempre la voluntad de Dios en los acontecimientos y en las personas, y confiemos en Él inclu-so en aquellos momentos en que no lo entendamos. Roguemos.
- Para que proclamemos en todo momento que Jesús nos lleva siempre más allá de sí mismo, hacia el Padre, hacia el Reino de Dios. Roguemos.
Dios, Padre nuestro, que unes los corazones de tus fieles en un mismo deseo; inspira a tu pueblo el amor a tu voluntad y la firme esperanza en tus promesas para que, en medio de las dificultades de la vida, mantenga siempre firme su confianza en Ti y goce de la verdadera alegría. Por Jesucristo.
Dios Padre que te has hecho presente de un modo inefable en el amor extremo que nuestro hermano Jesús ha vivido; haz que, como Él mismo quiso, no nos detengamos en Él, sino que su palabra y su ejemplo sean siempre para nosotros camino hacia la realización de tu voluntad, el Reinado de la Vida y de Amor. Por Jesucristo.

lunes, 8 de agosto de 2011

Mateo 14, 22 - 33 (07/08/11)

Sin fe no solo "es imposible agradar a Dios" (carta a los Hebreos"), sino construir OTROMUNDOPOSIBLE
Manolo


Mateo 14, 22 - 33
En seguida obligó a los discípulos a que se embarcaran y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a las multitudes. Después de despedirlas subió al monte para orar a solas. Caída la tarde, seguía allí solo.
Mientras tanto la barca iba ya muy lejos de tierra, maltratada por las olas, porque llevaba viento contrario.
De madrugada se les acercó Jesús andando sobre el mar. Los discípulos, viéndolo andar sobre el mar se asustaron diciendo que era un fantasma, y daban gritos de miedo.
Jesús les habló enseguida: - ¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!
 Pedro le contestó: - Señor, si eres tú, mándame llegar hasta ti andando sobre el agua.
Él le dijo: - Ven-. Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua para llegar hasta Jesús; pero al sentir la fuerza del viento le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: - ¡Sálvame, Señor!
 Jesús extendió en seguida la mano, lo agarró y le dijo:
- ¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?-
En cuanto subieron a la barca cesó el viento. Los de la barca se postraron ante él diciendo: - Realmente eres Hijo de Dios.

Reflexión pastoral
Después de habernos presentado a Jesús encarnando la compasión divina por la humanidad que deambula en busca de sentido, Mateo ahora nos lo describe como Señor de la historia y ejemplo del ejercicio de la fe, como mística realizadora del Otro Mundo posible en tiempos tormentosos de persecución, cárcel y muerte.
La comunicación de este mensaje mateano mediante el absurdo (Jesús caminando sobre el agua), no es más que un método para expresar el poder de la fe como fuego capaz de resistir y vencer las más penosas circunstancias que se presentan en la lucha por el Reino de Dios y su justicia.
El gran mensaje que encerraba en aquel tiempo este absurdo es que los discípulos-militantes del proyecto de Jesús supiesen que la única posibilidad de no ser doblegados por la persecución, que se levanta por anunciar el juicio divino contra la aristocracia judía xenófoba y el imperio opresor, propósito al que fueron mandados (“En seguida obligó a los discípulos a que se embarcaran”), es una fe como la de Jesús (“- ¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?).

Es impresionante ver a la primitiva comunidad de seguidores jerosolimitanos retener este principio, marcado por el relato de Mateo, y como cada militante asumía la causa de Jesús con la fe del Cristo para anunciar al empobrecido su liberación, su derecho y su dignidad para entrar al templo “sin permiso”, subvirtiendo así el orden establecido por las jerarquías dominantes, tal como lo relata el libro de los Hechos de los Apóstoles: Un día Pedro y Juan subían al Templo para la oración de las tres de la tarde. Acababan de dejar allí a un tullido de nacimiento. Todos los días lo colocaban junto a la Puerta Hermosa, que es una de las puertas del Templo, para que pidiera limosna a los que entraban en el recinto.
Cuando Pedro y Juan estaban para entrar en el Templo, el hombre les pidió una limosna. Pedro, con Juan a su lado, fijó en él su mirada, y le dijo: «Míranos.» El hombre los miró, esperando recibir algo. Pero Pedro le dijo: «No tengo oro ni plata, pero te doy lo que tengo: En nombre del Mesías Jesús, el Nazareno, camina.» Y tomándolo de la mano derecha, lo levantó.
Inmediatamente tomaron fuerza sus tobillos y sus pies, y de un salto se puso en pie y empezó a caminar. Luego entró caminando con ellos en el recinto del Templo, sal-tando y alabando a Dios.
Todo el pueblo lo vio caminar y alabar a Dios, y lo reconocieron: «¡Es el tullido que pedía limosna junto a la Puerta Hermosa!» Y quedaron sin palabras, asombra- dos por lo que había sucedido.
El hombre sanado no se separaba de Pedro y Juan, por lo que toda la gente, fuera de sí, acudió y se reunió alrededor de ellos en el pórtico llamado de Salomón. Al ver esto, Pedro se dirigió al pueblo y les dijo: 

Referencias versículo 12«Israelitas, ¿por qué se quedan tan maravillados? Ustedes nos miran como si hubiéramos hecho caminar a este hombre por nuestro propio poder o santidad. Pero no; es el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, el que acaba de glorificar a su siervo Jesús. Ustedes lo entregaron y, cuando Pilato decidió dejarlo en libertad, renegaron de él. Ustedes pidieron la libertad de un asesino y rechazaron al Santo y al Justo. Mataron al Señor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos de ello. Miren lo que puede la fe en su Nombre, pues en su Nombre acaba de ser restablecido este hermano al que ustedes ven y conocen. La fe que él nos inspira  es la que lo ha sanado total-mente en presencia de todos ustedes.
Hoy el texto es pertinente para la Iglesia sin la mística  de la fe, que a dado por cierto el “fin de la historia”, y que entonces al profetismo que enjuicia al sistema como afrenta del Reino de Dios y su Justicia, lo ha cambiado por “enseñar a flotar” a los condenados, mientras llega Jesús “caminando en el agua” para salvarnos. Que la palabra interpelante del Evangelio nos lleve a la convicción de una fe transformadora de la realidad, aquí y ahora.  

3-Oración ecuménica.
- Por la Iglesia, para que busque siempre en el Señor la fuerza necesaria para llevar a cabo su misión en el mundo. Oremos.
- Por todos los cristianos, para que nos esforcemos en conocer cada día más y mejor la voluntad de Dios y así vivamos con más coherencia nuestra fe. Oremos.
- Por todos los que trabajan por lograr un mundo más humano y más fraterno, para que nunca se desanimen ante las dificul-tades y vean recompensados sus esfuerzos con el triunfo. Ore…
- Por todos los pueblos y personas, para que disfruten de paz y libertad verdaderas y plenas. Oremos.
- Por todos los que dudan y vacilan en su fe, para que encuen-tren la fortaleza que da el confiar plenamente en Dios. Oremos
- Por todos nosotros, para que encontremos en la Cena conme- morativa y en la Comunidad la fuerza y el ánimo necesarios para no perder nunca la esperanza. Oremos
¡Oh!, Dios, Fuerza Viva, Creadora, Energizante, Elevante, que nos atraes sin manifestarte, y nos seduces sin entregarte, sin atravesar ni romper nunca el leve y opaco velo que nos separa y nos comunica... Haznos sentir tu presencia en la profundidad de todo lo que existe, en la naturaleza pero también en la historia, en la tierra como en el cielo, en el pasado como en el futuro, en nuestra religión como en las de todos los pueblos. Nosotros te hemos sentido especialmente cerca en Jesús de Nazaret, y en el mismo Espíritu que él ha manifestado, Te sen-timos presente, a Ti y a Todo lo que existe.
Dios, Padre nuestro, acrecienta en nosotros el sentimiento de hijos tuyos, nuestro amor y nuestra confianza en Ti, para que seamos en todo momento y circunstancia signos vivos de tu presencia en medio de la humanidad. Por Jesucristo.